Sinopsis política/Termina el «Presa Fest» y regresa la violencia a Zitácuaro

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J. Salatiel Arroyo Zamora

Como si así se hubiese programado o existiese algún pacto para que las festividades de Semana
Santa se llevaran a cabo en paz, para no incomodar a los visitantes y hacer de Zitácuaro ese polo
de desarrollo turístico que tanto se desea, el periodo vacacional de Semana Santa y el festival
“Presa Fest” transcurrieron sin incidentes que lamentar.

Pero, una vez concluidos dichos eventos, la violencia regresó con mayor fuerza al municipio, con
un saldo de cuatro ejecuciones al día siguiente (lunes): un asesinado en La Encarnación, otro en El
Aguacate (sobre la carretera Zitácuaro-Aputzio de Juárez), otro más en la colonia El Moral y el
cuarto en Coatepec de Morelos (San Pancho). De acuerdo a datos extra oficiales, pues las
autoridades continúan ocultando la información de asesinatos. Tal vez para hacer creer que no
pasa nada, que todo está bien y transcurre con normalidad. Mientras que, efectivamente, nos
estamos adaptando y acostumbrando a esa “normalidad”.

En tanto, nuestras autoridades trabajan, rehabilitaron un dispensario médico en Nicolás Romero,
conmemoraron el 154 aniversario del título como Ciudad Heroica de Zitácuaro (título que ya se
atribuyó la policía municipal, a pesar de ser un fiasco en materia de prevención y seguridad
pública), se realizaron trabajos de la red eléctrica en El Llano (en Coatepec de Morelos), así como
la remodelación de la explanada del centro de convenciones, para instalar en ella a los
comerciantes que invaden las banquetas del primer cuadro de la ciudad.

Ciertos ciudadanos han manifestado su beneplácito por los arreglos en algunas calles: Guadalupe
Victoria, Ignacio López Rayón, González Ortega y Benito Juárez, en las que se llevaron a cabo
trabajos de repavimentación e iluminación. Sólo se espera que el pavimento sea de calidad y al
menos resista la próxima temporada de lluvias, sin que resurjan los vicios ocultos, a los que nos
han acostumbrado los gobiernos del “pasado”.

La aprobación ciudadana es muestra de que el gobierno municipal trabaja, pero no es suficiente.
La capacidad y eficiencia de un gobierno se demuestra con el nivel de bienestar, desarrollo, paz y
seguridad de los gobernados. Pero en Zitácuaro el desarrollo se encuentra estancado, la paz y
seguridad no existen, mientras que el bienestar se percibe cada vez más lejano, como algo casi
utópico. Incluso, pareciera que la autoridad misma ha olvidado o intenta borrar de la memoria de
los contribuyentes, que, como tales, tienen derecho a la seguridad y que es obligación del
gobierno garantizar la paz, impulsar el desarrollo y alcanzar el bienestar colectivo.

Se pretende pasar por alto que en Zitácuaro se asesina a periodistas, los que en vida culparon a las
mismas autoridades de corrupción y amenazas, crímenes que siguen impunes. Mientras algunos
comunicadores se han acogido a programas de protección, otros más se encuentran huyendo,
pues también fueron amenazados. En tanto, tres medios de comunicación (establecidos en
Zitácuaro) han suspendido transmisiones y circulación, por no existir condiciones que garanticen la
seguridad y respeto a la vida, mucho menos la libertad de expresión y manifestación de las ideas.

Pero nuestros gobiernos no informan nada al respecto, ni comunican a la población cuáles son sus
planes o programas en materia de seguridad pública, que estrategias y tácticas están aplicando
para contrarrestar los índices de violencia, en qué consisten las medidas preventivas para impedir
la creciente ola de ejecuciones.

Se entiende la existencia de poderes superiores a los legalmente constituidos y que alguna
imprudencia de los “gobernantes” podría resultar desastrosa para sí mismos, pues no son los que
mandan, ni los que realmente ejercen el poder, pero con la autorización de los que deciden
pueden llevar a cabo acciones tendientes a combatir algunas causas del delito, como la
drogadicción, operando, por ejemplo, en coordinación con la Secretaría de Salud, centros de
atención a las adicciones y rehabilitación, evitando dejar toda esa carga a los grupos de doble AA y
a los anexos.

Es verdad que hay acciones positivas del gobierno municipal de Zitácuaro; pero, el más fuerte
azote para los pobladores de la región es la inseguridad y violencia, que, además de causar pánico
colectivo, paraliza la economía e imposibilita el desarrollo, al generar incertidumbre, ahuyentar
inversiones e impedir la generación de empleos. Podrán realizarse de manera exitosa muchos
festivales y mostrar al mundo todos los atractivos que la naturaleza, la historia y la cultura han
privilegiado a esta región, pero mientras no existan condiciones de seguridad verdadera, los
turistas se decidirán por otros destinos, de preferencia extranjeros, y los inversionistas llevarán sus
capitales fuera del estado o lo ocultarán, para no exponerlo, ni arriesgar su integridad y la de sus
familias.

ZITÁCUARO ABANDONADO POR LA FEDERACIÓN y EL ESTADO

Si bien, es ya del dominio público la postura del gobierno federal al respecto, que se decidió por
proteger a los criminales, cediéndoles parte del poder absoluto que ostenta, otorgándoles
garantías, que le son negadas al “pueblo bueno y sabio” que subsiste del trabajo licito, no de la
extorsión, cobro de piso, venta de seguridad, asesinato y secuestro, es momento de aceptar que
como municipio estamos solos, para, partiendo de esa realidad, diseñar estrategias que se
apliquen en lo local, aun cuando el combate al crimen organizado es competencia de la federación
y de ese pretexto se agarran los otros niveles de gobierno para no actuar.

Se debe aceptar así mismo, que nuestro presidente de la república no nada más se ha entregado a
los criminales, sino que hace tiempo extravió el rumbo del país y de la realidad, perdiendo
posiblemente hasta la cordura. Sólo así se puede entender el disparate por él pronunciado el día
miércoles, al afirmar que su gobierno ha llevado a cabo estrategias de seguridad que han dado
buenos resultados, que hay paz y tranquilidad en el país.

Además de concentrarse exclusivamente en incrementar su notoriedad y alimentar su
popularidad, creando cortinas de humo para seguir distrayendo a la población de los graves
problemas que están destrozando a la nación. Él no combate a los criminales que descuartizan a
seres humanos, el presidente utiliza el poder público para descalificar, discriminar, humillar y
perjudicar a sus opositores políticos y a quienes opinen o se manifiesten en contra de él o su
gobierno, o inventa soluciones a problemas que no existen, para simular y desatender los
conflictos graves del país. Así, ideó una consulta ciudadana para “enjuiciar a los ex presidentes de
la república”, otra “consulta ciudadana para la revocación de mandato”, ambas sumamente
costosas e innecesarias.

Como dichos ejercicios “democráticos” resultaron mal, al no despertar el interés popular para que
acudiera a las urnas, se concentró en empujar su propuesta de reforma energética, misma que fue
rechazada por el poder legislativo y para distraer la atención de esa contundente derrota, pujó
para que el legislativo aprobara la “nacionalización del Litio”, cuando el Litio ya está nacionalizado
desde 1917 y la Constitución General de la República no requería más reformas en ese sentido,
pues todo lo que esta en el subsuelo es propiedad de la nación y el gobierno federal tiene el
derecho de concesionar o no su exploración, extracción y aprovechamiento.

Ojalá, pronto Andrés Manuel López Obrador, presidente de todos los mexicanos, se entere que en
este momento la aspiración más grande de los mexicanos es vivir en paz, que el presidente de la
república, su partido y seguidores detengan la violencia, no nada más la de los cárteles, también la
que se ejerce contra los adversarios y opositores políticos.

El 6 de junio del 2021 Morena padeció una derrota, al perder mayoría calificada en el poder
legislativo federal y con ese golpe electoral podrían venir más, pero eso no es culpa de la
oposición. Las derrotas son causadas por la mala conducción del gobierno o la forma en la que han
direccionado al país, responsabilidad de gobernantes y líderes del partido.

El presidente y los suyos deben reflexionar y entender que en la democracia verdadera (sin
autoritarismos, ni demagogias fanatizadoras) se gana y se pierde, y la derrota es el reflejo de la
desaprobación popular. Los que hoy son oposición, lo son porque en su momento perdieron y
quiénes gobiernan, lo hacen porque se les permitió el acceso al poder cuando los derrotados
aceptaron la victoria de los ganadores, lo que seguramente fue doloroso, pero se sujetaron a la
determinación popular, el resultado de los órganos electorales y el fallo de los jueces y
magistrados. Les gustara o no, aceptaron el resultado.

El domingo, con el rechazo a la propuesta de reforma eléctrica, pierde el presidente y su partido,
pero gana la democracia y con ello la Nación, que es más grande que un hombre o una ideología, y
por una doctrina partidista o por un hombre, por poderoso que sea, no vale la pena la división del
país, menos la confrontación entre hermanos de Patria, de una nación que ha sido construida por
todos… pero si con el esparcimiento del odio se violenta, ya no habrá regreso a la paz y muchos
mexicanos seguirán siendo sacrificados, en su inmensa mayoría los desprotegidos, que serán
usados como “carne de cañón” por todos los bandos.

Ojalá nuestros líderes reflexionen y no abran la puerta al odio fratricida, que se respete la libertad
de pensamiento, la diversidad de opinión y entiendan que ha veces se gana y se pierde, pero que
se aprende más de la derrota, que del triunfo.