Mateo Calvillo Paz
Ante las justas electorales, debemos conocer a los candidatos: que valen, que cuentan y que es lo que realmente quieren.
Vista panorámica
¿Qué se espera de los gobiernos emanados de las próximas justas electorales? Seguimos esperando el cambio, la Transformación, deseamos mejores perfiles y políticos diferentes que venzan las bajas pasiones tradicionales. En el inconsciente, siempre soñamos con el cambio, en la práctica sabemos que son las mismas mañas y mentiras que siempre.
Pero los mexicanos sensatos vemos lo que vendrá con desencanto. Debemos aceptar la realidad de la clase política, la que anda en el relajo. Hay muchos chapulines y oportunistas. El ciudadano más duro es capaz de percibir la realidad, más allá de máscaras y tonos y poses politiqueros.
Soy amigo de una familia muy respetable en su ciudad, una familia seria, respetable y honorable en el pueblo. Uno de los hijos estuvo en un puesto público presentado por un partido, quiso reelegirse y un partido diferente, poderoso, lo arropo y se lo llevó. A uno y otro les interesaba asegurar el “hueso”. Ganó la conveniencia lo demás les valió shit, (cheetos).
Vemos con decepción el vacío de políticos que buscan el poder basado, no son seres maduros, de altos valores como la coherencia, el desinterés, el deseo de servir. Son fachadas arregladas sin personalidades nobles y virtuosas. Los partidos no se fijan en los valores más altos. Por lo mismo, no proponen soluciones inteligentes, sabias para corregir nuestros males endémicos y desaparecer una plaga que no nos podemos sacudir.
Hay cierta forma de prostitución. Los candidatos entregan la dignidad, la venden al mejor postor, a quien asegura el hueso… Venden la honra por un mezquino hueso ¿Dónde están, a su plataforma de principios, donde la alternativa mejor para acabar con nuestra mala suerte de malos gobiernos?
En la palestra política no vemos en luchadores, valientes, entregados a cerrar la vida por su causa sino sino mercenarios.
La luz de lo alto
Debemos entrar en la lucha política de México, pero como personas inteligentes y maduras que saben distinguir a los buenos servidores públicos de los lobos mañosos y rapaces.
En las campañas políticas no existe la verdad como valor universal sino las falacias que ondean los competidores. No hay verdad particular, relativa son mentiras en tono populista.
Debemos distinguir lo que vale el candidato por sus convicciones y conferencias sin dejarnos llevar por su narrativa en la que se presenta como la mejor opción, nunca vista de salvadores del país.
Ya tenemos la experiencia de las elecciones y calculamos lo que podemos esperar un gobernantes que no tienen un código de ética, valores y virtudes que se concretan en hechos.
Debemos tener en cuenta la falsedad de quien nos engaña con su narrativa populista sin programas realistas, sin convicciones, sin resultados en cargos pasados.
Debemos detectar lo que está en el transfondo de las campañas, la realidad que la de debajo de la parafernalia, los spots y los discursos. Debemos desenmascarar las intenciones reales. No cuentan los grandes valores y las convicciones sino la ventaja egoísta y la búsqueda de bienes materiales. Hoy de que definir el bien la realidad: lo que buscan es el hueso, como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos…
Vemos que los partidos no se dan a valer como todo es un juego de poder. El partido le interesa tener muchos triunfos y no el bien de México, es un valor que no cuenta ellos. Más de la nación cuenta el partido.