Arturo Hernández Gutiérrez
¿Qué lectura hacen del ambiente político nacional Silvano Aureoles Conejo y sus cómplices del tiradero que dejaron en Michoacán para perfilar un regreso triunfal en 2024?
Si a la amnesia colectiva inmediata le apuestan, sus ambiciones tendrían asideros. Sin embargo, terminaron tan desprestigiados, tan desgastados tras un sexenio violento, opaco y salpicado de múltiples actos de corrupción que se antoja muy difícil que alcancen sus metas.
El exmandatario estatal anda muy activo en redes sociales y su mensaje lo amplifican medios michoacanos y federales que fueron beneficiados por los conocidos y cuestionados «convenios» de difusión de obra púbica.
La clonación de las pretensiones silvanistas no es acompañada con algunos resultados de un sexenio de gestión que -como candidato y gobernador- Alfredo Ramírez Bedolla ofreció revisar a fondo y castigar con todo el peso de la ley.
Aún resuenan con fuerza las promesas del morenista y hoy titular del Solio de Ocampo de que el gobierno de Aureoles Conejo era opaco, no rendia cuentas y si lo hacia era bajo fuertes sospechas de corrupción.
Tras la derrota de su ex secretario de Gobierno y candidato Carlos Herrera Tello en 2021, no fueron pocos los medios informativos nacionales y estatales que publicaron reportajes sobre la polémica administración del perredista y no dudaron de que sería objeto de sanciones diversas por malos manejos de recursos públicos por parte de la Auditoria Superior de la Federación.
En esa línea corrió, incluso, el anuncio de Ramírez Bedolla sobre la creación de una Unidad de Inteligencia Patrimonial que, dio a entender, se abocaria a revisar a profundidad la situación en dicha materia de Aureoles Conejo y su primer círculo de colaboradores.
A casi un año de llevar las riendas del estado, el titular del Ejecutivo estatal y sus asistente de primer nivel soslayan el tema, dejando en el aire toda una serie de especulaciones.
O bien no se tienen las evidencias contundentes para llevar a Aueroles Conejo y cómplices ante la justicia, o es estableció un pacto inconfesable y bajo las sombras de impunidad?
Bajo este contexto ocurre la reactivación del silvanismo, pero no sólo a nivel estatal. Envalentonadas, sus huestes amagan con un asalto a los poderes federales, y ni se diga a recuperar posiciones en Michoacán, tanto en municipios como en el Congreso michoacano.
Otros ingredientes que vuelven más explosivo el coctel arriba descrito son las fisuras al interior de Morena por el desaseo múltiple en las elecciones para renovar consejeros y sus electos parlamentarios.
Con más que menor certeza, se puede perfilar un futuro inmediato complejo, de mayor ingobernabilidad para un oficialismo trastabillante, sin brújula ante una crisis que se agudiza por la perpetua violencia, el alto costo de la vida y un sindicalismo constantemente amotinado.
Cuando Auroles Conejo fue derrotado abrumadoramente por Fausto Vallejo se vaticinó la muerte política del ex edil zitacuarense.
El caracuense no sólo reorganizó sus fuerzas estatales, sino además forjó alianzas con fuerzas nacionales que lo fortalecieron y llevaron al Solio de Ocampo en 2015.
El guión parece repetirse en 2022, con unos gobiernos -estatal y federal- omisos o cómplices a dar un golpe de timón y llevar a Aureoles Conejo y socios ante las autoridades correspondientes para que aclaren múltiples observaciones, dudas y denuncias por sus 72 meses de administración.
En Morelia, algunos analistas quieren victimizar a Ramírez Bedolla de una especie de «conjura» o «complot» de parte del silvanismo para agudizar la inestabilidad en Michoacán.
Estos análisis, sin embargo, soslayan que si el exgobernador mueve piezas con ambiciones dentro y fuera del estado, es en parte por la impunidad que tienen hasta ahora sus acciones como titular del Solio de Ocampo de 2015 a 2021.
Y en esto último, tanto Ramírez Bedolla como Andrés Manuel López Obrador tienen el mismo grado de responsabilidad.