Edgar Mercado
El gremio cervecero michoacano colapsado por la recién pasada pandemia, la indiferencia del gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, y su administración, excluido de los reglamentos municipales en todo Michoacán, la ignorancia de funcionarios públicos, los embates del duopolio nacional, las políticas arancelarias y tributarias adversas… Pero con adeptos francos y fieles que continuaremos exaltando, su valor histórico, cultural, propiedades saludables, y la transformación de un producto estigmatizado, que consideran una bebida barata, únicamente para borrachera, pero que necesita darle su verdadero valor como un artículo nutricional, cultural, y milenario, ya que ha estado a la par de la historia de la humanidad, desde que el hombre dejó de ser nómada.
Después de una prolongada ausencia, y pasada la pandemia regresé a Morelia, capital de mi estado, y poco a poco me fui dando cuenta del pozo oscuro y negro en el que decayó el gremio cervecero michoacano.
Minimizado alrededor de un 70% del gremio con el que armonice en 2019, incluso, veo actualmente como una de las tres más grande y representativa cerveceria en Michoacán, ya sin sus representantes, se va desinflando, cuál corona de espuma, con dispositivo de nitrógeno.
Un estado, y una capital, que se colocó a nivel internacional en el referente cervecero, por ser pionera en la organización de eventos cerveceros, pasó a ser un pandemónium de «festivalitis», utilizando incluso espacios públicos, como la misma Casa Michoacán, el Palacio Clavijero, Calzadas, Cerradas, el Bosque Cuauhtémoc, y algunos municipios, y vaya usted a descubrir donde más realizan «eventitos», sin pies ni cabeza, sin sentido cultural, pero con todo el poder del recurso público, que terminan siendo supuestamente «exitosos», apoyados con una marejada de boletines oficiales, que los maquillan como eventos que no son y que nunca serán.
Esta «festivalitis» está comandada por la administración estatal de Alfredo Ramírez Bedolla, y el gobierno municipal de Alfonso Martínez Alcázar, en la capital michoacana, mientras en algunos municipios ha arremetido contra la actividad de quienes nos dedicamos de corazón a eventos culturales, y junto con otras actividades de menor envergadura que pululan los fines de semana, han dado al traste con nuestra actividad.
Eventos sin alcohol,
pareciera que nuestro ciudadano número uno quiere dilapidar, al gremio nano y micro cervecero, como lo ha hecho con el ex Recinto Ferial, ahí está su intento de sustituto a la otrora Feria Estatal el Festival Michoacán de Origen, con gran éxito en sus conciertos gratuitos y su área de cocina tradicional, y donde los productores que debimos ser los protagonistas tuvimos poca asistencia, ya que gran parte de la ciudadanía nunca supo de nuestra existencia.
La ciudad capital abusa al nombrar a todo Festival de esto, y lo otro, cuando incluso a eventos focalizados en un barrio o iglesia, les cambia de kermes o fiesta de algo a nombrarlos Festival.
El alcalde Alfonso Martínez continúa manteniendo a personajes sin vocación como funcionarios públicos, e incluso sin capacidad como: Thelma Aquíque, un personaje oscuro dispuesta a robar ideas, y que poco le importan los productores, ya que ella solo sirve a su monarca y por supuesto se sirve económicamente a ella y sus cercanos.
Municipios como: Pátzcuaro vende bien su plaza principal, pero caen en la sobre explotación de fechas y se prostituye al mejor postor, y no precisamente por su autoridad, sino principalmente por la sobre oferta.
Y podría aún abundar mucho más, pero con esto es suficiente para digerir con un buen café o una buena cerveza artesanal.