Rueda de Molino/López Obrador y Morena, la esperanza que terminó siendo la desgracia de México

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Jorge Hidalgo Lugo

Para muchos no fue sorpresa que cientos de miles de personas participaran en la que denominaron “Marcha por nuestra democracia”, no sólo en diversos puntos del país, sino también del extranjero, con la intención de exigir un proceso electoral con piso parejo y sin intervención del gobierno, pero sí destacó visiblemente el coro gigantesco que tuvo como proclama su repudio contra el #NarcoPresidenteAmlo que lastimó y puso furioso al tirano que aún habita en Palacio Nacional.

Sin caer en la trampa mediática de exaltar o minimizar cantidades de personas que se dieron cita esa mañana dominical, lo que sí debe ser considerado es la clara señal del hartazgo que ha generado el atropello desde el poder de alguien que no entiende dejó de gozar del respaldo que lo encaramó al frente de la presidencia nacional y por el contrario, sigue obstinado en no ver la realidad de rechazo creciente por él mismo propiciado.

Y si alguien creyó ilusamente que esta manifestación multitudinaria obligaría a un cambio de actitud, a un ejercicio de autocrítica y buscar componer el tenor de la polarización, del encono, de sembrar odio y dividir en buenos y malos a los gobernados todos, se equivocó rotundamente porque el déspota tabasqueño se fue por la fácil al descalificar sin fundamentos a esas miles de voces que por igual hicieron eco a un deseo que va creciendo en el imaginario colectivo con su coro monumental que se fundió en el “¡Fuera López!”, que parece haber sellado el rumbo a seguir por quien aún cree poder mangonear a su antojo, el destino de un país que él mismo ha llevado al cadalso.

Porque la reacción furibunda, impropia de alguien que se ha jactado de presumir ser un demócrata, sólo denota que como el refrán que reza: “Chango viejo no aprende maroma nueva”, le viene como traje cortado a la medida pues el falso redentor sacó lo mejor de su reportorio impregnado de ponzoña, para atacar a los miles de mexicanos que salieron a hacer uso de su libre expresión, la misma que está en riesgo ante la amenaza del absolutismo que persigue y no oculta, ahora a través de su corcholata preferida con el amague de reformar la constitución y acabar con las pocas instituciones y equilibrios que aún quedan de pie ante el embate del opresor.

-“Salieron a defender la democracia de ellos… la de los oligarcas… la de los ricos… la de los corruptos… la que funciona nada más como parapeto, cuando en realidad lo que había era el dominio de una oligarquía corrupta”…

Despotricó desde el fondo de su visceralidad tóxica a manera de reclamo por lo acontecido en un zócalo pletórico y desbordante de personas que llegaron hasta ahí, por sus propios medios, voluntariamente y sin pago alguno, a diferencia de los acarreados que Morena y sus actores acostumbran realizar para exaltar a su ídolo hoy en decadencia.

Y como si esto no fuera un síntoma de esa realidad que va permeando en el ánimo del colectivo nacional, López Obrador arremetió contra todos por igual sin una pizca de razón, pues no sólo tachó de corruptos a los miles de manifestantes, sino además intentó minimizar el efecto que esto pueda tener al ir permeando cada vez más la posibilidad real que pierda la elección el partido en el poder, con todo lo que ello implica.

Por eso se apresuró a asegurar que este “bloque conservador” no tiene posibilidad de avanzar ni poner en riesgo al movimiento que dice debe seguir transformando al país.

“No son pocos, son millones, también eso hay que tenerlo presente porque no son los que fueron al Zócalo, no. Esa es una vanguardia, esos son los -vamos a decir- dirigentes, pero los conservadores en México pueden llegar a ser hasta 15, 18 millones de personas, ciudadanos”, nada más, minimizó.

Pero al margen de lo cuantitativo de sus muy particulares proyecciones, en México la ruta de colisión se estrecha y nada garantiza en estos momentos que pueda prevalecer el estado de Derecho y las libertades intocadas, en lo que resta del proceso y su culminación en la jornada comicial, incluyendo el recuento de sufragios que se logren emitir.

Esto, dado que su ego está herido y la fiera en esas condiciones es aún más peligrosa porque no da paso a la razón, sino al instinto de sobrevivencia obstinado como está para no dejar de saborear los placeres que brinda el poder y ahí estriba lo complicado que puede resultar lo que viene de aquí al domingo electoral de junio próximo.

Las señales siguen siendo evidentes y por demás claras: Más atribuciones y contratos para que el Ejército participe en la vida pública, ahora con el mantenimiento y construcción de carreteras, así como el guiño al crimen organizado que como en Guerrero es por demás promiscuo y despreciable al anunciar que dio la orden que salieran elementos castrenses y de la Guardia Civil para “evitar un enfrentamiento”.

Abandonar esta plaza y dejarla en manos de los narcoaliados como en otras zonas del país, explica lo que ahora acontece en Guerrero, pero sobre todo fortalece la sospecha que fue proclama multitudinaria en reproche al “narco presidente” que tanto lastima al que se siente dueño absoluto de México.

Y no sólo es el escándalo mundial con las ligas entre López Obrador y células criminales como se han conocido a través de investigaciones realizadas por la DEA y publicadas ya en diversos medios de prestigio internacional, sino que a esto se suma lo que acaba de publicar por igual un estudio donde México ocupa ahora el nada honroso tercer lugar en materia de criminalidad mundial.

De acuerdo con el Índice Global de Crimen Organizado, para este ranking se tomó en cuenta el impacto que tienen estructuras criminales bien organizadas en cada país y México figura en ese nada honroso sitio, sólo debajo de Birmania y Colombia, respectivamente.

Por si no fuera suficiente, nuestro narco país aparece por igual entre los primeros 10 del mundo con delitos financieros que involucran a instituciones estatales, entidades del sector privado e individuos, siendo las principales preocupaciones la malversación de fondos públicos, la evasión fiscal y la corrupción.

Este informe recopila la operación criminal en más de 190 países y se miden 15 indicadores, en los que se encuentran el tráfico de armas y drogas, la trata de personas, delitos financieros, cibernéticos y ambientales, según se expone en el contenido del mismo.

Con esos indicadores y lo que en más del 80 por ciento del territorio nacional hoy se padece por la ignominiosa presencia del crimen organizado, se entiende lo que ha solicitado Xóchitl Gálvez en su reciente gira por la Unión Americana y aparte, adquiere mayor relevancia si se toma en cuenta que sólo una marcada presencia de observadores electorales de corte internacional, podrían inhibir la elección fraudulenta que cocina quien desde ahora anuncia entregará el mando a alguien afín a su proyecto, “que piensa como yo”.

Falta saber si esos miles de mexicanos que ya dieron el primer paso el domingo con su marcha y actitud valiente se reproduce y crece más porque con los datos que se seguirán dando a conocer nadie en su sano juicio puede avalar la engañifa que “vamos muy bien”, que éste es el paraíso por el que se debe apostar a construir el segundo piso de la transformación, esa misma que llegó con la falacia de ser “la esperanza” para terminar siendo en la “desgracia de México”.

Vale…