J. Salatiel Arroyo Zamora
Con insistencia, se me ha requerido opinar respecto a la recién aprobada Reforma Judicial…tal vez por morbo, pero en su mayoría son personas del sistema de gobierno, a quiénes, con toda certeza no les agradará conocer lo que pienso en tal sentido… por esa razón sugiero a los fanáticos de Andrés Manuel López Obrador, a quiénes lo ven como un ser divino, casi perfecto, en extremo bondadoso y carente de todo indicio de maldad, no lean este texto. Están a tiempo de evitar alguna incomodidad.
Tampoco deben leerlo nuestros representantes populares, funcionarios públicos, dirigentes de partidos políticos oficialistas y todo aquel vividor del régimen, que siente la obligación de defender sus condiciones de privilegio, negocios o salario. Ni quien se sienta agradecido por recibir migajas, que son producto del trabajo que otros realizan. Por salud emocional eviten continuar la lectura, pues no acepto censura, ni replica alguna a mi opinión. Que es una garantía Constitucional que todavía conservamos.
Miren ustedes, lectores de espíritu libre y mente abierta, López Obrador, sus asesores y operadores no son tontos (nada más perversos). Saben perfectamente que la inmensa mayoría de mexicanos padecen de ignorancia, están desinformados o no les interesa “perder el tiempo” en estudiar y analizar la situación política del país, ni las leyes que nos rigen, y que hacen posible la convivencia en medio de la pluralidad de pensamiento.
Muchos ni siquiera saben que existen tres poderes, que deben ser independientes cada uno de los otros dos. Con sobrada razón desconocen que las corporaciones policiacas y fuerzas armadas dependen directamente del poder ejecutivo: a nivel federal del presidente de la república, él es “el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas”. Pero confunden o relacionan a las Fiscalías, policías y militares, la parte más corrupta del sistema político mexicano, con el poder judicial.
De ahí se agarró Andrés Manuel para realizar campañas de desinformación, atacando desde el inicio de su mandato a los sectores pensantes del país. Se lanzó en contra de los intelectuales, académicos, investigadores, catedráticos, periodistas, para que la población no creyera más en ellos, eliminar las resistencias, desacreditando las opiniones calificadas, intimidando a los posibles opositores ciudadanos y confundir a la sociedad. Pues a los dirigentes de los partidos políticos, conociendo sus debilidades, ya los tenía controlados.
Y le ha funcionado, así manipuló al INE, un organismo ciudadano (más o menos confiable), lo desmanteló para “transformarlo” imponiendo a personas incondicionales a los intereses electorales del ejecutivo y su partido. Hubo protestas en defensa del Instituto Nacional Electoral, pero nada se logró, fue más poderosa la campaña presidencial de deshonra, acusando de corruptos, conservadores y fifís a quien osase contradecirlo. Logrando su objetivo de predominio en los órganos electorales para utilizarlos en la imposición de su sucesora en la presidencia de la república.
También eliminó organismos autónomos de control interno, que son indispensables en la existencia del equilibrio de poderes.
Pero, con la elección del pasado 02 de junio, López y su partido, en coalición con el PVEM y PT, logró mayoría en las Cámaras de Diputados y Senadores. Lo que le permite al ejecutivo federal predominio sobre el Poder Legislativo, sometimiento y control en ambas Cámaras. Faltándole nada más avasallar al Poder Judicial.
Los mexicanos mayoritariamente también desconocemos que la interpretación y defensa de la Constitución General de la República es una competencia exclusiva de los jueces. Es el Poder Judicial quien guarda la Constitución y protege el Estado Constitucional de Derecho. Por eso, quien le declara la guerra al Estado Constitucional de Derecho, se aparta del pueblo. Así se trate de alguno de los poderes de la Unión, porque las leyes constitucionales nos protegen a todos, particularmente los derechos humanos o garantías constitucionales, que son universales (para todos los mexicanos).
Ahora, respecto a la Reforma Judicial propuesta por López Obrador y aprobada por el Senado, no es verdad que la ciudadanía sea la que elegirá a los jueces y magistrados. La lista será elaborada por el ejecutivo, los políticos harán la relación y los aspirantes o candidatos competirán bajo criterios de popularidad y verborrea (como lo hacen los políticos: mintiendo), no de acuerdo a sus capacidades técnicas y científicas.
Además, se expondrán al poderío de las organizaciones criminales que, igual que en las elecciones para representantes populares y gobernantes, pueden intervenir para apoyar a unos y eliminar a otros, a los incomodos, a través de la violencia. Porque todos, o la mayoría de los integrantes de dichos poderes (ejecutivo y legislativo) son controlados por ellos, por el crimen organizado.
Por eso, mantener la autonomía del poder judicial es esencial para la permanencia de la democracia, pues quien emita una sentencia contraria a los intereses del régimen podría ser removido, incluso sujeto a juicio político y encarcelado.
A la población se le ha engañado, machacando que los Jueces y Magistrados son corruptos y tienen sueldos excesivos, que hay nepotismo, tráfico de influencias. Seguramente sí existen esos y otros vicios, pero son casos excepcionales. No obstante, en los Poderes Ejecutivo y Legislativo la corrupción es la regla y la honestidad, transparencia y eficiencia, la excepción.
Resultando del dominio público la grotesca complicidad (por dolo u omisión) del todavía presidente de México con los cabecillas del crimen organizado y su actitud complaciente con quiénes se enriquecen extorsionando a los sectores productivos de la sociedad, secuestran, asesinan y mantienen sumergido en el caos y terror a gran parte del país. Lejos de ordenar su captura, exige comprensión y abrazos para ellos. Eso es corrupción y un crimen flagrante, en cualquier parte del planeta… y no es cometido por el Poder Judicial, si no por el titular del Poder Ejecutivo directamente.
Situación que se reproduce en los ejecutivos estatales y municipales, con otras agravantes que exponen el apetito desenfrenado por apropiarse del dinero público, manejando el presupuesto como si fuese propio, y nadie los critica, ni encarcela. Si algún periodista se atreve a realizar observaciones, es vilipendiado, amenazado y asesinado, y nada pasa, solo unos días de lamentaciones, pero todo sigue igual. Aun cuando se nos prometió que se combatiría la corrupción y se asegure que ya no existe.
Otro engaño, es hacer creer al pueblo que ellos decidirán, a través del voto, quienes serán Jueces y Magistrados, incluso algunos estudiantes de Derecho y Abogados ya se creen nominados. Aun cuando así fuese, el riesgo de error es elevado, pues gran parte de la población “politizada” es presa fácil del engaño de farsantes… se equivocan hasta en la elección de un presidente municipal, que se supone conocen y saben sus funciones, con mayor razón lo harían con alguien de quien no saben que actividades desempeñará.
Para elegir a un político basta que este tenga mayoría de edad y sea hábil para engañar. Para designar a un Juez o Magistrado se deben conocer sus capacidades académicas, así como sus conocimientos técnicos y científicos en las materias respectivas. Lo que no será posible, pues se elegirá al mismo tiempo a alrededor de 600 postulantes, de un universo aproximado de 4 mil candidatos, distribuidos en 25 boletas que serán entregadas a cada elector, quien deberá revisar y analizar cada uno de esos cuatro mil perfiles, antes de votar.
¿ES BUENA O MALA LA REFORMA JUDICIAL?
Depende de la perspectiva de cada quien y del costo beneficio colectivo. Pero, principalmente conocer cuál es el propósito real, y ese no es el combate a la corrupción. Más bien el objetivo es someter, eliminar obstáculos, centralizar y monopolizar el poder de manera absoluta, para convertirse los que la impulsan en lo que han condenado: una oligarquía dictatorial.
Una de las principales herramientas jurídicas ciudadanas contra el abuso de poder del gobierno, seguramente la más efectiva, es el juicio de garantías o juicio de Amparo, que protege las garantías individuales. Con la Reforma este recurso será eliminado y el gobierno podrá hacer lo que quiera con los derechos y patrimonio de los ciudadanos. Incluso intervenir la propiedad privada y en lugar del dominio pleno en los bienes muebles e inmuebles, tendremos “concesiones” sobre nuestro patrimonio.
Una de las características de los regímenes pro socialistas o comunistas (que se convierten en dictaduras), como el de Cuba, Venezuela y Bolivia, es la intervención de la propiedad privada. El Estado o gobierno se apodera además de los medios de producción (pues se es enemigo de la riqueza material de los demás… más no de la propia, ni familiar) y la clase trabajadora, que es el motivo de la lucha, desaparece, para convertirla en indigente, mantenida de programas sociales y becas del gobierno.
Tal vez ya hayan comenzado a notar en nuestro país algunos indicios. Pues el objetivo es eliminar las clases sociales y la concentración de la riqueza en unos cuantos. Todos serán pobres, menos los gobernantes y sus familias, ni los que puedan huir del país a tiempo con sus patrimonios.
Ya empezaron con nuestros jóvenes, les han quitado los más valioso a esa edad: la necesidad, como motor de desarrollo, de crecimiento y hambre de trascender en el estudio, para convertirlos en parásitos, mantenidos del gobierno, que se vayan acostumbrando a vivir “becados” sin mucho esfuerzo. Pronto todos tendremos becas, pensiones o algún otros “programa social”, para ya no trabajar y vivir de las dadivas del gobierno, y cuando estas se agoten, porque no habrá generadores de riqueza, tendremos que comerciar lo único que nos quede: el cuerpo. Como también sucede en Cuba, donde es común el turismo sexual.
Siempre el más perjudicado será “el pueblo bueno y sabio”, tan amado por el gobierno federal, pues los odiados potentados sacarán sus bienes del país y podrán vivir donde se les antoje. Así que sigamos aplaudiendo los caprichos y ocurrencias de quiénes nos representan, e insultando a los “mentirosos” que nos quieren abrir los ojos.
Al fin ya nos acostumbramos a caer con facilidad en el dulce engaño, antes de aceptar la crudeza de la realidad.