Rueda de molino/Presume Sheinbaum “sembrando vidas” en Brasil, pero no que México es líder mundial en “cosechar muertes»

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Jorge Hidalgo Lugo

Que la divisa para quienes hoy destruyen al país con sus falacias de estar “construyendo el segundo piso de la transformación” sean el cerco informativo y la embestida mediática para difundir su discursiva socialistoide, no quiere decir que en automático se use como método infalible con qué llegar a foros internacionales y tratar de engatusar a los asistentes como aconteció en Brasil con la Señora Presidente en un reprobable intento de cumplir con otro ordenamiento más dictado por Andrés Manuel López Obrador.

Pretender ahora que desde la Cumbre de Líderes del Grupo de los Veinte (G20) en Río de Janeiro, se compre la propuesta de “internacionalizar” en masa el fallido proyecto que sirve de fuga y corruptelas a la nueva mafia en el poder en México, bajo el membrete de “Sembrando Vidas”, sólo provocó somnolencia y burlas mal intencionadas de los oyentes que ahí estuvieron.

Una nueva intentona de la científica que por igual resulta insostenible, desde que en la víspera se colgó del reconocimiento por demás sospechoso que la ubica como “una de las 100 líderes del campo ambiental” y próxima a recibir la Medalla de Contribución Destacada en Sostenibilidad edición 2024 “por su esfuerzo y compromiso para impulsar iniciativas de sostenibilidad en México”.

Ello porque la propuesta de dar carácter global a Sembrando Vidas es un proyecto de populismo trasnochado por demás tramposo que ya quiso endilgar en su momento Andrés Manuel López Obrador en abril de 2021. En uno de sus intentos fallidos propuso al presidente Joe Biden, extender el programa Sembrando Vida a Centroamérica, particularmente a Honduras, Guatemala y el Salvador, como parte de la “estrategia” para atender el problema de migración.

En esa ocasión, López Obrador mencionó que gracias al programa Sembrando Vida se daba trabajo a más 400 mil de personas, además de traer beneficios al medio ambiente para lo cual había hecho una inversión de 400 millones de dólares.

“Nosotros estamos plantando mil millones de árboles frutales y maderables en una superficie de un millón de hectáreas y se están dando empleos, trabajo, a más de 400 mil sembradores. Ese programa, que ayuda al medio ambiente, que arraiga a las personas a la tierra, que es el regreso al campo, significa una inversión de alrededor de mil 400 millones de dólares, pero tiene muchas cosas buenas: es mejorar el medio ambiente, crear empleos, muchos empleos, más de 400 mil en poco tiempo”, alardeó.

Claro que nunca hubo respuesta satisfactoria a tal despropósito, aunque ello no fue obstáculo para que el máximo saqueador de las arcas nacionales destinará en una primera entrega, 100 millones de dólares para implementar el programa Sembrando Vida en tres países de Centroamérica: El Salvador, Guatemala y Honduras.

Huelga decir que entonces como ahora, no hay mediciones ni resultados tangibles que puedan avalar el éxito de este lance populista con cargo al pueblo bueno y sabio de México que entre otras cosas vio disminuir gravemente su asistencia de salud y la ruptura del tejido social por el embate del narco crimen con la anuencia de Morena y su dueño, mientras que el de los abrazos no balazos entregaba con alegría Macuspana lo que no le pertenecía.

Pese a los antecedentes, la Señora Presidente no tuvo empacho en quedar bien con quien la puso dónde está y ahora en este foro del G20, se soltó la cola de caballo para proponer que las naciones representadas destinen al menos 1 por ciento de su gasto militar a tareas de una reforestación que sería “a más grande de la historia mundial”.

“La propuesta es dejar de sembrar guerras, sembremos paz y sembremos vida”, destacó confiada en que estaba en su papel de estadista de enorme envergadura y acarrearía inmediato apoyo a su genialidad encaminada a destinar 24 mil millones de dólares anuales para apoyar a 6 millones de sembradores de árboles que, según sus sesudos proyectos, alcanzarían para reforestar 15 millones de hectáreas equivalentes a cuatro veces la superficie de Dinamarca, toda la de Guatemala, Belice y el Salvador juntos o 30 por ciento de Suecia.

“Con ello ayudaríamos a mitigar el calentamiento global y restauraríamos el tejido social ayudando a las comunidades a salir de la pobreza. La propuesta es dejar de sembrar guerras, sembremos paz y sembremos vida”, destacó en su participación en la Primera Sesión de Trabajo: “Lucha contra el Hambre y la Pobreza”.

Y como parte de la embustera proposición citó como ejemplo que con la reforestación y el apoyo a sembradores, en México se logran cambios importantes, donde actualmente funciona el programa Sembrando Vida.

“Uno de los más ambiciosos del Gobierno de México, que consiste en dar un jornal a las familias pobres del campo, capacitación técnica para sembrar árboles maderables y frutales, así como otros cultivos”, alardeó.

Y fue a más en su intento de embaucar incautos que no lo son ni lo serán esos representantes en el G20, al consignar que con esto cada año se canalizan 1 mil 700 millones de dólares que benefician a 439 mil familias mexicanas y a 40 mil en Guatemala, Honduras y El Salvador.

Además de permitir con ello la reforestación en los últimos seis años de más de un millón de hectáreas con la siembra de mil 100 millones de árboles, lo que equivale a capturar anualmente 30 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO₂). Claro todo en el país de las fantasías que ahora representa.

“Resulta absurdo, sinsentido, que haya más gasto en armas que para atender la pobreza o el cambio climático. Reduciríamos la migración, el hambre, si tan solo elevamos la palabra amor por encima del odio, la generosidad de la persona humilde y desposeída, por encima de la avaricia y el deseo de dominación. Me niego a pensar que somos capaces de crear la inteligencia artificial e incapaces de dar la mano al que se quedó atrás”, pontificó con dramatismo.

Palabras huecas que no encontraron eco porque seguramente los adormilados oyentes tienen en su poder “otros datos” como el que tan sólo para cumplir con el capricho obsesivo de su mentor, gurú, pastor, mesías y guía espiritual, materializado en el Tren Maya, hay un ecocidio monumental e irresponsable, Un crimen sin castigo que expertos ecologistas en innumerables estudios difundidos han demostrado y que se puede resumir en estas cifras:

-Ecocidio del Tren Maya: la obra requirió la tala de más de 10 millones de árboles en el sureste de México.

-Expertos afirmaron que de los 254 mil 800 km2 originales de bosque, hoy sólo quedan 40 mil 086 kilómetros cuadrados debido al Tren Maya.

-En el corazón del Caribe, el Tren Maya, la última obra emblemática del presidente Andrés Manuel López Obrador ha causado un “ecocidio” en la selva húmeda donde ha arrasado unos 10 millones de árboles.

-La falta de planeación y conocimiento de la zona originaron que se empezaran a afectar las cuevas al meter 17 mil pilotes de 1.2 metros de diámetro a 25 metros de profundidad para sostener las obras del tren y cuya resistencia es de pronóstico reservado.

Conforme a cifras dadas a conocer por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, las selvas húmedas en México, el ecosistema representativo del sureste mexicano, han perdido un 49 por ciento de su territorio y de lo que aún se conserva, el deterioro alcanza el 66 por ciento en las últimas décadas, gracias a esta depredación que hoy lacera la región.

De esto no habló la Señora Presidente como tampoco hizo alusión alguna cuando llamó a “dejar de sembrar guerras, sembremos paz y sembremos vida” que en el narco país que hoy representa, suman más de 200 mil ejecutados a manos del crimen organizado.

Que la paz es una invocación pueril, retórica manipuladora, ante los embates de los narco aliados contra la población vulnerable y sectores productivos amedrentados con el “plata o plomo” con que son perseguido, extorsionados y ultimados.

Pero sobre todo que en México no se pueden medir resultados con este populismo ramplón de “sembrando vidas” por la opacidad con que se conduce la nueva mafia en el poder destinada a destruir instituciones y contrapesos, y en cambio sí puede presumir ufana que hoy, como nunca, en el narco país que han convertido Morena y sus cómplices a México, cosechamos mu&rtes y de eso sí, no hay nadie en el concierto mundial que lo dude ni tampoco doga que nos gana sobre el particular.

Vale…