Jorge Hidalgo Lugo
Le dolió en el fondo de su tiránica alma y su ego está resquebrajado.
Su arrogancia, ese lujo de egolatría que lo hace sentirse intocable y dueño de la vida de quienes mal gobierna, ha sido severamente dañada.
La realidad lo debiera obligar a despertar, pero a cambio insiste con la misma fórmula de quien cree que en este México que se derrumba, todos están obligados a pensar en el sentido que les marca desde su patíbulo mañanero.
Andrés Manuel López Obrador está fuera de sí y eso lo hace aún más peligroso para los disidentes, que de manera paulatina, salen de su estado de confort y muestran la determinación de pelear palmo a palmo, en defensa de sus legítimos intereses.
El reto que lanzó en un alarde de prepotencia, fue aceptado y de inmediato llegó la respuesta que llenó el zócalo capitalino con más gente de la que puso como condición.
Convencido de ser el único en el país con capacidad de movilizar gente de manera tumultuaria, cayó en pataleo y berrinches infantiles, al percatarse que con menos tiempo y recursos a su alcance, el frente anti Amlo, llevó a más de 100 mil mexicanos de carne y hueso a exigir su “renuncia”, que cumpliera con el retó arrogante de retirarse a “La Chingada”, como llama a su rancho fifí en Palenque, Chiapas.
Como respuesta y aun cuando buscó por todos los medios reprimir, hostigar, desalentar a los inconformes, hoy López Obrador hace uso de la enorme cantidad de artimañas que guarda en el escritorio para ir como fiera herida, en busca de la revancha.
Primero someter a la prensa escrita, de radio y televisión para minimizar la marcha en su contra y desaparecerla de las portadas en las ediciones del domingo y lunes.
Evento que no fue de relevancia noticiosa mayor para los informativos de televisión abierta, no se diga para otras cadenas que ya están en el redil de ovejas que pastorea desde Palacio Nacional.
Salvo las redes sociales y un medio como el diario Reforma, le dieron la cobertura que merecía la presencia de esos miles de mexicanos que sin vandalizar, sin agredir, sin ensuciar, sin robar, sin destruir ni pintarrajear, encararon el reto lanzado por quien después buscó venderse como víctima y burlarse otra vez, de forma socarrona, de sus propios yerros, dejando ver sin pudor al tirano irredento que nos oprime.
Sin embargo, lo significativo no fue si llegaron a los 200 mil o no.
Lo que no puede es soslayar que le atiborraron la Plaza de la Constitución miles de mexicanos que dejaron el anonimato cobarde y la sumisión, para salir al frente de una causa que consideran justa y de estricto derecho a defender sus patrimonios en riesgo por el modelo socialistoide y fascista que encara el autócrata de Macuspana.
Lo más rescatable para las mayorías en espera de hacer causa común y defenderse del tirano, es que se deja constancia que México aún respira pese a las graves heridas que le ha hecho en menos de dos años, la dictadura de ocurrencias.
La movilización social que nadie puede ligar a partidos políticos, ni a padrinazgos inconfesables, es el ejemplo que este nación está muy lejos de caer resignada y cruzarse de brazos ante los atropellos y abusos de poder que marca López Obrador, quien en menos de dos años tiene la bota en el cuello sobre los poderes Legislativo y Judicial.
El despropósito de pedir la “renuncia” como efecto de quien lanzó el reto en un alarde prepotente y mal calculado, no debe ser el discurso a mantener por esa gran movilización social que hoy enorgullece a millones de mexicanos y buscan seguir su ejemplo.
Enfrentar al déspota que mal gobierna México es posible con organización y conciencia.
Una demostración de poderío en ciernes y la autodefensa absoluta que como efecto colateral de su gallarda exhibición, logró la marcha anti Amlo, que al parecer logró por igual despertar a los partidos opositores y trae marejadas de esperanza a quienes sin duda, ven con simpatía que hay elementos para cerrar el paso al opresor.
Falta ver ahora sí en verdad la somnolencia convenenciera y anti patriótica de líderes y cúpulas de partidos opositores, ha quedado atrás y entienden que hay materia y mucha, para conformar una gran alianza que impida se siga destruyendo al país.
Que se despojen de protagonismos y necesidades personales o de grupo para anteponer el interés colectivo y haya contrapesos urgentes con qué contener el saqueo que López Obrador realiza como es el caso de los fideicomisos y demás arbitrariedades que hinchan las alforjas de millones de pesos para su uso discrecional y unipersonal, a capricho del tirano.
Nada ni nadie estará a salvo en su megalomanía si pretenden cruzarse en su ambición por trascender a la historia como el personaje que hace 100 años, no nacía en México, según sus adoradores.
Claro está que la marcha también ha servido como gran distractor para encubrir la humillación cometida en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, donde se reencarnó la versión indigna de “Bastardos sin gloria”.
Sometimiento que ahora toma forma cuando el líder del Senado, Ricardo Monreal Ávila, comienza campaña para que la consulta presuntamente diseñada para “enjuiciar a ex presidentes”, se lleve a cabo de manera simultánea el día de los comicios del 2021.
Esto, bajo la falacia de no “desperdiciar” recursos públicos que deberán emplearse en ese nuevo capricho en que se obstina el que ha resultado ser, sin duda alguna, el peor Presidente de México de los últimos tiempos.
Y esto apenas comienza…
Vale…