Arturo García Gaytán.
En este ejercicio literario plagado de ficción histórica, Mejía Madrid, perfila a Fernando «El Pollo» Gutiérrez Barrios, desde su humilde origen el Veracruz, hasta su muerte a los 73 años aquejado por dolencias cardiovasculares.
Desde que la novela histórica y el subgénero de la ficción explotado en este tomo, el autor utiliza toda la paleta de herramientas para lograr su objetivo: mostrarnos hoy al hombre que conoció los secretos de la clase política y los actores sociales y ejecutó impecablemente la guerra sucia en el país.
De incipiente militar a fundador de Guardias Presidenciales, subsecretario de Gobernación, gobernador de Veracruz, director de la Federal de Seguridad y titular de Gobernación, las manos del Pollo estuvieron siempre llenas de sangre inocente hasta que murió en total impunidad.
Casi de chiripa se convirtió en el Capitán Caballero, salvando la vida de Fidel Castro Russ y camaradas, quienes a punto estuvieron de sucumbir en los separos de la DFS, si no es que un expresidente los salva y patrocina hasta que partieron con rumbo a Cuba a bordo del Gramma.
Fabricio Mejía se concede muchas licencias para estructurar su documento, maneja con habilidad datos biográficos, estadísticos y anecdóticos, de tal manera que rompe la duda de la especulación y muestra un personaje nítido.
Secuestro, tortura, desaparición forzada, todo el catálogo de lisuras que el Estado mexicano institucionalizó para perpetuar al régimen postrevolucionario y que el Pollo aplicó sin perder el sueño o el apetito.
De vivir en los cuernos de la luna al desempleo, protagonizó luchas intestinas entre tecnócratas y dinosaurios, hasta que él mismo quedó atrapado en las garras de Jean Mari Córdoba Montoya, hombre de todas las confianzas de Carlos Salinas de Gortari.
Fernando Gutiérrez Barrios usó como nadie tácticas y técnicas para servir y agradar al Tlatoani en turno, para el autor del libro es vital y utiliza de plataforma y columna vertebral el secuestro del cual fuera objeto el Pollo, es el génesis con que desarrolla varias hipótesis.
Luego de mostrarnos al personaje Mejía Madrid deja en al aire una serie de preguntas, todas orientadas a conocer los silencios y omisiones del sistema político y la tolerancia a operadores de la talla de Gutiérrez Barrios, se sabe que los vacíos de poder se ocupan inmediatamente, lo que faltan son nombres.
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