Francisco Pérez Ayala
El que se supone debería ser Banco del Bienestar» se ha convertido en un nido de malestar social, en el cual las personas acuden a robar, llegan para drogarse, lo habitan personas y delincuentes de ocasión que aprovechan para ocultarse tras cometer alguna fechoría como el robo a transeúnte o a negocios locales.
Al igual que decenas de inmuebles en el estado de Michoacán y seguramente en todo el país, en Zamora, el que sería el «Banco del bienestar» de la colonia Valencia segunda sección, no es más que un nido de problemas, vemos un inmueble saqueado, destruido, y que no lo engañe la apariencia, por fuera está bien pintado, pero al acercarse al sitio, descubrimos mucho más de lo que se ve a simple vista.
Colchas, ropa, mochilas de niña, decenas de peluches en mal estado, esponjas de colchoneta, pulgas, botes de pegamento «del amarillo», jeringas, paquetes de medicina, zapatos, residuos de fogatas, así como elementos que pudiesen servir para fumar cristal, son solo algunos de los objetos que encontramos dentro y alrededor de este inmueble abandonado.
Lo más irónico es que el que sería un foco de desarrollo social y generación de bienestar, funge como el monumento al deterioro social, un templo para la indigencia y drogadicción, un centro de destrucción humana, en el más profundo sentido de su naturaleza aristotélica, donde vemos la parte del animal político alejarse de esa unión social, individualizada en entes nocivos y autodestructivos.
Ojalá gobierno federal, el delegado de Bienestar en el estado Roberto Pantoja Arzola y la subdelegada regional Angélica Morales, pudiesen elevar esta información al señor presidente Andrés Manuel López Obrador ya que el proyecto de nación no logrará concretarse si sus herramientas principales de dispersión de «bienestar» son la más grande red de fomento a la destrucción social al encontrarse en ese terrible estado de abandono.