Blanca Piña
En decenas de países se extiende la condena por los bombardeos indiscriminados que ha realizado el ejército israelí contra la población civil en la Franja de Gaza en Palestina. En Irak, Egipto, Líbano, Jordania o Irán, distintos países de Medio Oriente, Nueva York, Alemania, Italia, Grecia, Francia, Reino Unido, Bélgica, Japón, Chile o Ciudad de México y decenas de ciudades más, suena una sola consigna: ¡Viva Palestina Libre!
La condena masiva contra las atrocidades cometidas por Israel en Gaza, han motivado a que gobiernos europeos, a fines a Tel Aviv, sede del gobierno israelí, prohíban las manifestaciones.
Pese a las grandes campañas de la prensa occidental que falsamente pretende acusar al pueblo palestino de ser cómplice del terrorismo, para intentar avalar la respuesta belicista y criminal de Israel, sus argumentos y justificaciones para cometer tales atrocidades se desmoronan cuando se parte del hecho de que Israel, potencia ocupante, se ha negado a reconocer el derecho del pueblo palestino a su independencia y autodeterminación, derecho ratificado por Naciones Unidas por medio de la resolución 3236 en 1974.
Para entender el conflicto debemos de partir de que Israel es un estado ocupante de tierras palestinas, que tiene cientos de asentamientos ilegales en Cisjordania y Jerusalén, los cuales han sido condenados por el Consejo de Seguridad de la ONU y la Corte Penal Internacional desde 2016, y que por ello, Tel Aviv ha violado sistemáticamente el Convenio de Ginebra de 1949, que en su artículo 49 prohíbe a las potencias ocupantes el traslado de su población a territorio ocupado.
La crisis humanitaria que atraviesa el pueblo palestino es responsabilidad de Israel. Ha sido el gobierno israelí quien ha destruido las condiciones materiales básicas para la vida en Gaza, por medio de la restricción de agua, electricidad, combustibles o del bombardeo de hospitales, incluso con la utilización de fósforo blanco contra población civil, arma química que está prohibida desde 1997.
Es imperativo que la comunidad internacional se pronuncie y condene tales crímenes de lesa humanidad y que se reconozca que el pueblo palestino, como todos los pueblos del mundo, tiene el inalienable derecho a la rebelión, y buscar su independencia y la recuperación de sus tierras.
Como lo ha apuntado el presidente colombiano, Gustavo Petro, que la solidaridad latinoamericana con el pueblo palestino se materialice, y que los gobiernos de izquierda evalúen la ruptura de relaciones diplomáticas con Tel Aviv, como respuesta a las medidas terroristas contra Gaza. Además, los gobiernos progresistas de América Latina, defensores de los derechos humanos, deben de mantener la postura de que el gobierno de Israel sea investigado por la Corte Penal Internacional, tal como se hiciera en marzo de 2021, por posibles crímenes de guerra contra los palestinos.
La humanidad tiene una deuda con el pueblo palestino, es el momento de comenzar a saldarla, exigiendo el cese inmediato de los ataques contra Gaza, se respete el territorio y fronteras del Estado Palestino y se permita el regreso de 5 millones de palestinos a sus hogares.
Si bien aspiramos a una solución pacífica, como lo ha reiterado nuestro presidente, Andrés Manuel López Obrador, queremos que esa paz sea justa con los palestinos, lo que implica que se reconozca el derecho de los millones de palestinos a tener efectivamente su Estado.
Como el pueblo de México en su historia, Palestina ahora enfrenta una potencia colonial ocupante, esta lucha por la búsqueda de independencia nos hermana, por ello expresamos nuestra completa solidaridad con el pueblo palestino. Palestina existe, y será libre.