Rueda de Molino

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Ataque furioso a disidentes para proteger corruptelas del clan presidencial

Jorge Hidalgo Lugo

A un mes que se difundiera el escandaloso caso de corrupción y pegara en la línea de flotación exhibiendo la falacia con que se conduce el clan presidencial, hoy el tema Emilio Lozoya dejó de ser el protagonista del circo mañanero.

La difusión del video en que se aprecia a Pío López Obrador y David León, operador-emisario del entonces gobernador de Chiapas, Manuel Velasco Coello, en el intercambio de pacas de billetes a cambio de favores políticos de quien se perfilaba como el prospecto seguro a ocupar la presidencia de México, provocó el cese al embate desde Palacio Nacional pero su principal huésped retomó bríos y se lanzó con mayor fiereza contra los disidentes.

Con esa furia que le caracteriza desde su época de incendiario oficial del país, Andrés Manuel López Obrador se le fue a la yugular a los campesinos de Chihuahua por el “delito” de defender el agua que surge de suelo nacional y que utilizan para consumo humano y riego de los productos con que se alimenta el mercado nacional, como a otros que se atravesaron en su ira desatada.

Ahora también ordena el retiro de las fuerzas federales policiacas dejando en la indefensión a los habitantes de esta pujante entidad, que serán presa fácil del crimen organizado y delincuencia en general, como acusa Javier Corral, el gobernador con lo que demuestra “el talante autoritario y vengativo” de Andrés Manuel López Obrador.

Antes también tuvo lances despectivos y de tiranía incontenible al referirse a las publicaciones en medios de circulación nacional como Proceso y Reforma, sobre todo a éste último al que llamó “pasquín inmundo”.

Carcajadas públicas ante el recuento de masacres que acumula este fallido gobierno, como evidencia inocultable del desequilibrio que acusa quien un día dice un sarta de mentiras y al otro día, inventa otra montaña de falacias para desdecirse a sí mismo.

Amagues con intervenir las redes sociales y limitar el uso de plataformas como Twitter y Facebook porque a su decir, desde ahí se aprovechan los “golpistas” para atacar la figura de quien se siente intocable e injustamente señalado “como el peor presidente en el peor momento en el que transita México”.

Desprecio y misoginia preponderantes en vez de buscar un diálogo con el colectivo de mujeres que se apostaron en la sede de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en busca de ser escuchadas ante el creciente flagelo del feminicidio, que por supuesto, no figura en la estadística del tirano y por ende, es inexistente y sólo existe porque los enemigos “conservadores y neoliberales” lo imaginan.

Prevalece así la intención de olvidar que el cantante Emilio Lozoya vive en el confort absoluto que le brinda su calidad de delator oficial y pagado por la dictadura de ocurrencias, con todo lujo y a placer, aunque sus acusaciones se derrumben por la fragilidad en las pruebas hasta ahora aportadas como no sean dichos de un delincuente que pasó a testigo protegido como parte de otra estrategia fallida fraguada en las catacumbas del poder obradorista.

Nada que se mueva en torno al desfalco de más de 200 millones de pesos que provocaron la desaparición completa del ayuntamiento de Macuspana, Tabasco, donde una de las principales involucradas es la cuñada incómoda, Concepción Falcón.

Ausencia absoluta de seguimiento a los casos de corrupción inocultables de sus allegados como los Bartlett, Zoé Robledo, Irma Eréndira Sandoval y su esposo John Akerman, René Bejarano, Dolores Padierna, Ana Gabriela Guevara, Rosario Piedra Ibarra, Gibrán Ramírez y el mismo David León.

Todos los expedientes han pasado a ser secreto de estado y no hay juzgador alguno que quiera siquiera abrir una carpeta de investigación para no despertar la ira del tirano.

Y para celebrar con lujo de impunidad el mes de los video escándalos y de los que ya no se dice “ni Pío” en los medios de información, sometidos más a base de amagues cifrados en el terrorismo fiscal que maneja con maestría, López Obrador encontró un pretexto para tratar de recuperar el terreno perdido en sus niveles de popularidad.

Porque el entusiasmo y la justificación que pudieron tener los marchistas alentados por el dirigente del llamado Frente Nacional Anti-AMLO, Gilberto Lozano, hoy son utilizados a favor de la causa del autócrata.

Intentos de represión policiaca que se modificaron con la complacencia oficial para dejarlos acampar en calles adyacentes a Palacio de Bellas Artes en la Alameda Central y Torre Caballito, en Paseo de la Reforma, para provocar un desgaste natural ante las inclemencias del tiempo, pasados los embates de provocadores como el tuerto-que-no-es-tuerto y que lo mismo es lamesuelas en la primera fila de las mañaneras, que activista en esta deformación de cuarta.

López Obrador los reta a que se mantengan por mucho tiempo pues sabe lo que es “financiar” un plantón como lo hizo él mismo en Reforma, con millones de pesos que le daban desde el desparecido Sindicato Mexicano de Electricistas, entre otros patrocinadores.

Pero sobre todo, lo hace porque sabe que al estrangular la circulación y libre tránsito de los capitalinos, terminarán por rechazar al movimiento y restarle simpatías populares, precisamente por el daño colateral que ahora es sabiamente alentado por el vecino del zócalo capitalino, hoy convertido en un enorme corral, suficiente, enorme, para el disfrute de un solo burro.

Democracia en riesgo, tiranía en acecho, Estado fallido, pueblo insurrecto y oposición indolente, ingredientes de un coctel explosivo que se prepara en la recta final del fatídico 2020 y que amaga con estallar en el 2021, con los criminales recortes presupuestales a Estados y municipios.

Año que aparte del saldo macabro que sigue dejando la pandemia que le “cayó como anillo al dedo”, quedará más evidenciado que nunca la estratagema errónea de apostar a programas ficticios como “sembrando vidas” pues lo único que hoy cosecha son “masacres, muertes y desolación”.

Libertades en riesgo y patrimonios sociales amenazados por la bota de quien podría ser la reencarnación de Victoriano Huerta o Porfirio Díaz y no precisamente la de ese gran estadista que pase a la historia como le han hecho creer sus fieles, mascotas incondicionales, a contrapeso de las mayorías que comienzan a ser sojuzgadas y tener en el rincón bajo un total desprecio de un absolutista irredento.

Nada ruboriza a su desequilibrio como quedó evidenciado en esa participación durante el debate de la Asamblea General de las Naciones Unidas donde se lució con este lance: “Les comento que había un avión presidencial, existe todavía, pero está en venta. Ya lo rifamos y todavía vamos a venderlo…”.

Vale…