Jorge Hidalgo Lugo
Convertida a la fuerza en una bobalicona fría y calculadora, pero no en lo que ella misma tal vez pretende ser, ese mal remedo de Andrés Manuel López Obrador en que buscan convertir a la Señora Presidente la tiene literalmente sentada en un polvorín, al no ceder un ápice el embate del narco crimen que tan sólo en su incipiente gestión tiene convertido en un infierno a Guerrero, Sinaloa, Guanajuato, Jalisco, Veracruz, Colima y Michoacán, sin que logre dar certeza alguna a sus atribulados habitantes que habrá mejoría en la materia.
Lejos de asumir la responsabilidad que le compete según las leyes que hoy tanto invoca para acabar con el Poder Judicial pero que no le atañen en brindar seguridad a los gobernados, la científica como gustan llamarle sus abyectos aplaudidores oficiosos, en este titubeante inicio de sexenio es blanco en la diana de sus narco aliados y la han recibido con la bienvenida macabra de 90 ejecutados al día en promedio, cifra que sin duda irá en aumento.
Empoderados por los abrazos y no balazos, a los grupos criminales les ha pasado de noche el cambio de estafeta en la presidencia del país y siguen su paso depredador pues a los 200 mil ejecutados que le dejaron sembrados al payaso de las marraneras, ahora se mantiene el mismo ritmo con la Señora Presidente y con peores augurios como puede apreciarse con lo acontecido en Chilpancingo y Veracruz.
Ante este escenario, lo más lamentable es que la doctora, como también le dicen sus lacayos, se mantiene inamovible en la determinación de cumplir la orden que le dio quien la puso en la silla presidencial, de no tocar, no importunar, no molestar a los narco aliados y mejor seguir la estrategia de repartir limosnas a la clientela electoral focalizada en mujeres y prospectos a una vida parasitaria, donde el único esfuerzo requerido será estirar la mano y recibir un dinero que deberán pagar con los votos que terminen por destruir lo que queda del México democrático y de libertades.
La claridad conceptual que utiliza con esta macabra cifra que le van sembrando en su camino a la primera mujer que alcanza el máximo cargo político en este país, no deja duda alguna de dónde tiene el compromiso y a quien debe obligadamente obedecer.
Así en la víspera del anunció que se esperaba con marcado morbo más que optimismo, respecto a la “nueva estrategia de seguridad” que nos iban a regalar los integrantes de la mafia en el poder, la servicial observante del Maximato a la Macuspana, ratificó como lo hizo en campaña que no regresará la “guerra contra el narcotráfico, como se hizo en el gobierno del expresidente Felipe Calderón”.
Para no perder el tono desparpajado de su gurú y hacedor, también comparó a Guanajuato (de gobierno panista) con Sinaloa (narco gobierno morenista) para solazarse que en la primera entidad hay más ejecutados y presencia del crimen organizado que en los dominios de su protegido Rubén Rocha Moya
Sheinbaum Pardo festinó para sus adentros que en la actualidad sea Guanajuato la entidad donde mayor número de violencia se ha registrado en el último año y con gráfica en mano ilustró el total de homicidios que han habido y suman ya 2 mil 276 en este 2024.
“En todo el año Guanajuato es por mucho el Estado con mayor número de homicidios, pero es también el Estado con más jóvenes, con adicciones. León, increíblemente, es el municipio con mayor número de pobres en el país. Es el Estado donde el salario mínimo es menor. Entonces, evidentemente, hay un modelo de desarrollo que fracasó”, lanceteó.
Pero en cambio omitió decir que en el arranque de su mandato se ejecutan en promedio 90 personas al día y que en Guerrero, donde el narco compadre de su patrón tiene sentados sus reales y con su hija de parapeto al frente del gobierno, permite que sea el crimen organizado quien ponga a los alcaldes, ya sea por las buenas o por las malas, como acontece con Chilpancingo, donde siguen ejecutando a quienes no les garantizan actuar a manos libres o los decapitan.
La científica, tampoco dio parte de lo que sucede en Sinaloa donde el combate entre células criminales, algunas muy identificadas con el narco ex presidente, tienen un interminable baño de sangre que ni el tortuoso productor de narco series, Epigmenio Ibarra pudo concebir para llevar a las pantallas.
Por si fuera poco, el ridículo de querer ser igual al que ya no está, llevó a la sucesora del trono al insultante enredo de palabras para ensalzar la inconmensurable obra de López Obrador en materia de seguridad cuya estrategia permitió que se avanzara “en atender las causas de la violencia y ahora se va a fortalecer todo lo emprendido por el exmandatario con la consolidación de la Guardia Nacional”.
Pero a la luz de la realidad las causas siguen siendo las mismas o peores porque el baño de sangre no se detiene y puso a Omar García Harfuch a cantinflear con los puntos que sustentan la “estrategia” con que dicen, van a “construir una paz duradera en el país” y para ello se creará una subsecretaría de “inteligencia e investigación policial”.
Malo para leer, quizá por el nervio de estar ahora sí en las grandes ligas, el responsable de la Seguridad Pública en la nación dio tumbos y por más que quiso quedar bien con dios y con el diablo, no lo logró.
Primero porque de entrada mencionó que se continuaría “con la estrategia que inició” López Obrador y cuyos resultados hoy todos sabemos, son de macro terror.
Y luego, porque estos mismos logros que ponderó quedaron por él mismo exhibidos al exponer el tercer eje de su fantasioso proyecto, al aludir que hace falta “fortalecimiento de la inteligencia y la investigación”, con lo que aceptó tácitamente que no existe ni ha existido hasta hoy en la estrategia de “abrazos y no balazos”, porque no se requiere nada de eso en la complicidad de dejar hacer de las suyas a los narco aliados.
Pero además al sostener que “no se trata sólo de reaccionar ante los delitos, sino también anticiparse a ellos. Usando la inteligencia y los recursos tecnológicos más avanzados para analizar datos, identificar patrones y comprender las dinámicas en las zonas con mayor incidencia, es como podemos desarrollar estrategias más efectivas para combatir a las organizaciones delictivas”, echó por tierra su propio reconocimiento al avance que dijo se logró con López Obrador, como 200 mil ejecutados lo comprueban.
Y así como dijo una cosa, dijo otra, esta flamante versión de la Chimoltrufia nos lanzó el embuste para que todos creamos que a su realización podremos gozar de:
● Disminución de la incidencia delictiva, principalmente de homicidios dolosos y delitos de alto impacto como la extorsión.
● Neutralizar generadores de violencia y redes criminales, con atención a zonas de alta incidencia delictiva.
● Fortalecer las capacidades de prevención y proximidad social de las policías locales y mejorar el diálogo con todos los sectores de la sociedad.
Como dentro del catálogo de buenas intenciones se contempla por igual sentarse con gobernadores, fiscales y secretarios de seguridad en cada una de las entidades del país, la siguiente expectativa no menos morbosa, será saber qué sucederá cuando esos ejercicios se ejecuten -si es que se ejecutan- con gobernadores como el de Sinaloa, Guerrero, Veracruz y Michoacán, que son señalados de ganar los comicios por la injerencia del crimen organizado y cuyos gobernados pagan hoy las funestas consecuencias de eso narco acuerdos.
¿Actuarán en consecuencia o sólo verán la paja en el ojo ajeno como lo hizo ya la científica con el de Guanajuato por no ser morenista?…
Vale