Jorge Hidalgo Lugo
Andrés Manuel López Obrador diseñó toda una estrategia mediática con qué avanzar en su ambición patológica de dejar funcionando una dictadura perfecta en vez del país que recibió con aspiraciones de consolidar una democracia cada vez mejor.
Así el tirano pasó de una República de leyes y frágil Estado de Derecho, al menos como referente obligado, al imperio de caprichos, ocurrencias obsesiones, resabios, ocurrencias y persecución feroz, de todo aquel que ha tenido el valor y dignidad de oponerse a sus atropellos orquestados, con el aval de legisladores lacayos, lame suelas, traidores a la patria, que le son fieles con servilismo indignante como repudiable.
En este imperio de caprichos obradoristas la última hazaña quedó plasmada como mancha indeleble de lo que es consumar una traición más a México, en esa sesión a puerta cerrada, en un patio colonial y con bancas improvisadas, para romper todo vestigio de respeto al proceso legislativo y sacar a flote el conjunto de reformas con que horas después, se lució satisfecho y más que sobrado el destructor de la patria.
Bajo la patraña de haberse contagiado de Covid, el opresor se dio el espacio suficiente para fraguar este nuevo embate contra las instituciones y salió con toda la furia de su envenenada mente, a lanzar dentelladas a diestra y siniestra.
Tirar línea no sólo para que el redil de ovejas respondiera a la voz del amo, sino además comenzar el último embate que le resta para desarticular, doblegar, desaparecer a la Suprema Corte de Justicia, el único poder que aún mantiene con dignidad su esencia, pero al que ha comenzado a satanizar con el epíteto de ser “la gran alcahueta del bloque conservador”.
Último bastión de la derruida estructura que daba visos de gobernabilidad a un país que ni democrático, ni defensor o respetuoso de los derechos humanos, ni de las libertades. Conceptos todos que estorban en el paso depredador de quien parece encaminar el destino de México a un autoritarismo funesto y letal.
Con eso que aún conocemos como Poder Legislativo en condiciones de indignidad y fieles obedientes a los llamados del amo, para ladrar cuando deban y cuidar la casa de quien les dio la posición en el momento requerido, López Obrador transita sin obstáculo mayor a cumplir con su obsesión de trascender el sexenio sea como sea y al costo que sea.
Por ello sus reiterados llamados a la desobediencia civil, al bandidaje, con hordas de vándalos pagados por el gobierno de Morena, a quienes ha dado indicaciones de no dar tregua en el accionar de magistrados y ministros, sobre todo aquellos que se resisten a ser parte de la nómina del Rey del Cash y obedecer puntualmente con todas las atrocidades ilegales que se le ocurran.
En el imperio de caprichos, ocurrencias, mentiras, corruptelas y persecución contra quienes hacen valer las endebles libertades que aún sobreviven, está prediseñado hacer la vida imposible a quienes tienen la obligación constitucional de contener atropellos desde el poder y ser contrapeso. Por eso atacar y mandar a la jauría babeante diseminada en las afueras del Poder Judicial, para lanzar consignas clamando su destrucción bajo la insidia que es “la gran alcahueta del bloque conservador”.
Mientras este nuevo episodio del obradorismo vergonzante sigue su curso, lo lamentable por igual es observar a un país cuya sociedad civil parece entrar en anticipada resignación y ya no dar sensaciones de indignación, repruebo, malestar, ante la destrucción que consolida el dueño de Morena y su runfla de legisladores federales.
Porque como lo prefabricó con perversidad Macuspana, el Instituto Nacional Electoral quedó conformado a su conveniencia y ahí están como muestra los primeros fallos que adelantan el entreguismo con que operará a favor del fraude y las arbitrariedades que colmarán las elecciones de Coahuila y Estado de México, para favorecer a Morena, su dueño y las mascotas que puso de candidatos.
Al no sancionar los actos de proselitismo que abierta e impunemente hizo desde el patíbulo mañanero, los nuevos amloconsejeros del INE mostraron que no habrá coto alguno para que López Obrador sea de facto, el coordinador de las campañas políticas de sus floreros en contienda. Ya no se diga vigilar y sancionar la presencia de los narco aliados para inhibir o inducir el triunfo a favor del partido del presidente.
Tal vez por eso, la sociedad civil que con arrojo y valentía salió a marchar, mostrar su repudio por lo que ha hecho de México López Obrador en complicidad con su manada legislativa, hoy se muestre desanimada y al punto de la resignación.
Lo que no es justificable y mucho menos buena medida porque ahora sólo la sociedad civil, la clase media, los deportistas, actores, profesionistas, miembros de la comunicad cultural, científica y académica, enfermos terminales sin asistencia médica y sus familiares, pueden y deben salir en defensa de lo poco que queda del México libre que conocieron.
No hacerlo será un grave error histórico porque estarán condenando a las presentes y futuras generaciones a vivir en un país donde no haya futuro, perspectivas de desarrollo, crecimiento, evolución y libertades. Todo caerá bajo el yugo del imperio de la ocurrencia que hoy parece tener ganada la partida, ante el conformismo, desidia, importa madrismo que reflejan sus mayores, entro los que se encuentran por desgracia, padres, madres, abuelos y demás parientes.
En tanto esto acontece, los que se regodean estar en el lado “opositor”, parecen vivir en otra galaxia, no se percatan del daño que ya ha hecho Morena, su dueño, al país y siguen creyendo en soluciones mágicas o hechos extraordinarios que vendrán a enmendar la terrorífica situación que representa vivir pero sobre todo conocer, cómo López Obrador, Morena y sus lacayos, dan rienda suelta a la depredación del México de mis amores.
Despierten mexicanos, López Obrador destruye el país y ustedes parecen estar muy quitados de la pena. No se vale…
¡Despierta México!
Vale…