Rueda de Molino/Torres Piña-Bugarini ¿fórmula para el Senado?

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Jorge Hidalgo Lugo

Los focos ámbar en Palacio Nacional están encendidos por los malos resultados que Morena y sus autoridades tienen en Michoacán en las distintas mediciones que se han hecho y que son una constante desde que en octubre del 2021, tomó posesión Alfredo Ramírez Bedolla como titular del Ejecutivo estatal.

En las encuestas que se presumen serias, no sólo el gobierno del Estado sale mal parado, sino también el federal y la marca Morena, como tal no es excepción. Lo que tiene en sus manos como instrumento de presión, el grupo morenistas que ha sido desplazado por gente de otros partidos, arribistas y no pocos tránsfugas profesionales, que sólo se acercan al poder bedollista para lucrar y llevar agua a su molino.

Esto más allá del interés real que pudiera existir por ayudar al proyecto que encabeza Andrés Manuel López Obrador quien también recibe calificación reprobatoria entre los michoacanos.

Uno de los argumentos más a la mano que tienen los malqueridos por el bedollismo es que en Michoacán no existe oposición que presione y haga trastabillar al gobernante, mucho menos que sea factor para incidir en la opinión pública al extremo que haya una mala percepción del ejercicio gubernamental, producto de la inducción de los partidos políticos que sobreviven con liderazgos tan pequeños como los de una encargatura del orden o jefatura de manzana.

Esto es, ni actores políticos, mucho menos legisladores o alcaldes surgidos de la Alianza Va Por México, han sido factor determinante para apremiar una conducción acorde a lo ofertado y que llevó a Morena a obtener el triunfo electoral, en un ejercicio aún cuestionado por la presencia abierta y decidida de los grupos criminales, los únicos que sí han sacado y siguen sacando dividendos de su accionar, bajo la patraña presidencial que llama a los abrazos y no balazos.

De esta forma, los duros de Morena que no juegan en el equipo bedollista, corren presurosos a las oficinas de Adán Augusto López, a entregar reportes con esas mediciones donde lo único real es que Michoacán tiene un alto grado de inseguridad, es de los Estado del país que más aporta a la macabra estadística del ejecutómetro y no hay por dónde se vea un terreno fértil que garantice el triunfo en el 2024, a favor de la “corcholata” que proclame como candidato presidencial el artífice de la tiranía de mediocridad que invade el país.

Con elementos medibles, según los trascendidos, los morenistas en rebeldía insisten en que no hay condiciones propicias para lograr que se vaya por un solo surco, una vez que López Obrador decida quién va a contender para sucederlo, siendo como es que los “liderazgos” visibles buscan acomodo con Claudia Sheinbaum o Marcelo Ebrard, y dudan que entre ellos vaya a existir operación cicatriz que restañe heridas o cure damnificados en el camino.

Eso aunado a que Ramírez Bedolla tiene ya en plena campaña a su dupla que pretende imponer como candidatos al Senado de la República, trae enardecidos a los morenistas desplazados, los no convidados al banquete del poder estatal y literalmente perreados, tal cual se maneja en la jerga juvenil de estos tiempos, a quienes ni ve y mucho menos oye, como citara el innombrable.

Carlos Torres Piña y Giulianna Bugarini, son los prospectos que el bedollisma trae sin restricción alguna, en busca de posicionarse para alcanzar los respaldos que les permitan ir en fórmula, en pos del escaño senatorial.

La pretensión del gerente de Palacio Nacional podría ser válida, insisten sus propios compañeros partidistas, siempre que hubiera una calificación aprobatoria y se pudiera pulsar que garantizan el triunfo de Morena y quien será su candidato presidencial en Michoacán.

Pero por el momento, los números no le favorecen en las mediciones y es a lo que se apegan quienes también quieren ser tomados en cuenta desde el bunker de Bucareli, previo tarjeteo permanente que piden sean entregadas en Palacio Nacional.

Así las cosas, Morena y sus aliados, junto con los convenencieros y traidores que nunca faltan, podrían presumir desde ahora que los comicios presidenciales por venir son pan comido o casa de tejer y cantar, pero no es así en suelo michoacano.

Por eso es que otros a quienes se tienen satanizados y quieren ver lo más lejos posible del feudo bedollista, buscan cambiar la tendencia como es el caso de Raúl Morón Orozco, a quien le tienen particular ojeriza en Palacio de Gobierno.

A lo que muchos se atienen en este caso es que sea desde Palacio Nacional donde se de el palomeo por igual de quienes contenderán por el Senado de la República y esa decisión no tendrá que ser consultada o sometida a consideración de Ramírez Bedolla, lo que hace alentar a otros actores morenistas ser tomados en cuenta, incluyendo al propio ex gobernador Leonel Godoy Rangel o la alcaldesa de Lázaro Cárdenas, Itzel Camacho, con mayores logros en sus respectivas encomiendas.

Incluso la cercana a López Obrador, quien ocupa hoy la titularidad de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, Fabiola Alanís Sámano y si mucho se nos apura hasta el jefe de asesores Lázaro Cárdenas Batel, estarían en esa cercanía que se discute debe operar en el ánimo del tabasqueño.

En todo caso, lo que está en disputa no sólo es que faltan elementos para que Ramírez Bedolla pueda incidir, alegando méritos propios, que le dejen imponer su fórmula pues en éste como en los demás casos, serán decisiones personales de López Obrador.

Lo exigible, sobre todo, es que se aplique el mandatario michoacano a mejorar sus cifras de aceptación porque cualquiera que sea la “corcholata destapada”, tendrá fincadas dudas de ganar la elección bajo este panorama en Michoacán.

Por eso es obligado también conocer quiénes son los cuadros morenistas o advenedizos que también existen, cercanos a Claudia, Adán Augusto y Marcelo, para saber si algunos de ellos fueron colocados por Ramírez Bedolla en esas tareas y le deban algún favor a pagar en el momento de la suprema designación.

Y como están las cosas, no se ve por dónde tenga anclado el errático Ejecutivo michoacano a su dupla, perfiles que por sí solos, no inspiran confianza o tengan trabajo que acredite un respaldo popular con qué sentarse a la mesa a pelear por la designación.

Es una verdad de a kilo que Torres Piña y Bugarini, no garantizan por sí, salir vencedores y más que apoyo, serían un lastre a la “corcholata” que unja el dedo elector.

Por lo pronto, los demonios de Morena andan no sólo sueltos, sino desatados en busca de venganza por viejos y nuevos agravios del bedollismo y eso será tema aparte por resolver, para quien venga a hacer campaña presidencial en tierras michoacanas.

Y conste que en estos lares, la oposición pusilánime, entreguista, cobarde y bien vendida al poder estatal, no tiene rumbo, mucho menos despierta confianza ante la traición que representan los que llegaron en el 21 gracias a la alianza Va por México, haberse vendido al mejor postor para transitar en este lapso, con más pena que gloria.

En la ortodoxia política se sabe que el gobernador en turno tiene manga ancha para incidir en candidaturas para alcaldes y diputados locales, pero los federales y senadores son tema del partido gobernante y presidente-candidato en turno.

No se ve, entonces por dónde se cuelen los alfiles bedollistas y a eso le apuestan los morenistas no alienados al grupo gobernante en Michoacán.

¿Será?