J. Salatiel Arroyo Zamora
Hace algún tiempo se hablaba de crisis de valores, de políticos corruptos y una sociedad engañada. Hoy, eso ya no sorprende. Ni siquiera el cinismo con el que se conducen unos y otros, pues la ausencia total de principios éticos es una lacerante realidad, en la sociedad en general. Resultando mayormente evidente en la clase gobernante, donde la traición y la mentira se han convertido en el más eficaz instrumento de fortalecimiento electoral y financiero para quiénes se han inmiscuido en la política. Y nadie se sorprende, ni se incomoda; al contrario, se aplaude y defiende al que más miente y mejor engaña, a sabiendas que lo está haciendo. Tampoco interesa si se trata de un jefe criminal o aliado de ellos, igual se le adula y respalda para que nos represente o gobierne.
Esa falta de valores morales y principios doctrinarios han provocado asimismo una fuerte crisis de identidad ideológica. Sin pudor alguno los “lideres” de izquierda se conducen como si fueran de derecha y los de derecha son bien recibidos y encumbrados en la “izquierda”. Los que antes eran antigobiernistas, críticos del poder, ahora se han convertido en aduladores de la hegemonía, de la opresión y amantes del capital. Traicionando una supuesta formación filosófica de izquierda, a favor de los oprimidos y en contra de la tiranía de los poderosos.
Sin embargo, las deslealtades de los actores políticos no nada más se están evidenciando en contra de sí mismos, sus valores morales, principios doctrinarios y reglas estatutarias, también en perjuicio de la colectividad y frecuentemente traicionando a sus propios aliados, benefactores, protectores y hacedores. El más reciente ejemplo de una felonía de esa magnitud, se ejecutó de manera reincidente en Zitácuaro, impidiendo nuevamente la realización de una asamblea comunitaria para decidir la instauración o no de la figura de Autogobierno, en esta ocasión en la comunidad indígena de Francisco Serrato.
Para nadie es secreto que el principal promotor de la instauración de Autogobiernos en las diversas comunidades indígenas de Michoacán, es el propio gobernador Alfredo Ramírez Bedolla. Acción positiva, desde la óptica social de reivindicación de los derechos de los pueblos originarios, la recuperación de su autonomía, así como la oportunidad para ejercer de manera directa el presupuesto público que les corresponde. Además de devolverles el control sobre sus decisiones políticas.
Sin embargo, la medida auspiciada por el mandatario estatal es vista como una estrategia esencialmente electoral, la construcción de una base social paralela al partido en el poder (Morena), pero al servicio personal del gobernador Ramírez Bedolla y su alfil Carlos Torres Piña. Convirtiendo a las comunidades en herramientas de empoderamiento, desconcentración y administración de los recursos públicos.
INSEGURIDAD y VIOLENCIA, CAUSA GENERADORA DE AUTOGOBIERNOS
En el caso concreto de Zitácuaro, fue la inseguridad y violencia, así como la ineptitud de los tres niveles de gobierno para combatir dicho flagelo, lo que obligó a las comunidades indígenas a organizarse para la autoprotección. Recordemos que, en un retén que instalaban delincuentes en una carretera que conduce a Crescencio Morales, una familia que trasladaba a un adulto mayor a recibir atención médica de urgencia, fue acribillada, muriendo asesinada una mujer. Esto sucedió el 14 de diciembre del 2020, en la Tercera Manzana de Donaciano Ojeda. Por lo que, la comunidad comenzó a poner barricadas en el lugar para proteger a sus familias.
Días después, el 14 de enero del 2021, otro grupo delictivo asesinó a tres comuneros, uno de Crescencio Morales y dos de Donaciano Ojeda. Descubriéndose que entre los delincuentes que azotaban esa zona, y que fueron ajusticiados algunos y otros entregados a las autoridades, se encontraban familiares cercanos a altos mandos policiacos estatales.
Así que el proceso para la construcción de la figura de Autogobierno en las comunidades indígenas en Zitácuaro no ha sido fácil, ha costado vidas, incluidas de quienes en verdad luchan por la restitución de sus garantías, la recuperación de la autonomía, territorio, agua, bosques, pero sobre todo el derecho a la subsistencia en condiciones de libertad y dignidad. Pues, en ese tiempo se obligaba a productores de aguacate (de alrededor de tres mil hectáreas) a pagar 24 mil pesos anuales por hectárea. Algo así como 72 millones de pesos, nada más de las comunidades de Carpinteros, Donaciano Ojeda, Francisco Serrato y Crescencio Morales. Hoy, aseguran los pobladores, se encuentran libres del pago de cuotas.
Obviamente ese dinero llegaba también a manos de los gobernantes, que sólo simulaban combatir a los criminales. Como lo siguen haciendo en gran parte del territorio nacional, a pesar del cambio de gobierno.
El gobierno no les dejó alternativa, más que organizarse, arriesgar y hasta ofrendar la integridad, para proteger la de sus hijos. Lo que naturalmente no es del agrado de los caciques tradicionales, que con facilidad transitan de partido en partido. Menos aún les conviene entregar a dichas comunidades el dinero correspondiente al presupuesto participativo directo al que tienen derecho.
LA OPOSICIÓN DEL GOBIERNO MUNICIPAL
Desde un principio, durante su mandato anterior, Juan Antonio Ixtláhuac Orihuela abiertamente se manifestó en contra del Autogobierno en las comunidades indígenas, oponiéndose incluso a la voluntad de su nuevo jefe político: el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, a quien le hacía creer que respetaba su “línea”; pero, en la realidad, acudió a los tribunales para impedir entregar el recurso público al Autogobierno de Crescencio Morales. No obstante, el poder judicial de la federación ordenó al gobierno de Zitácuaro acatara el fallo y entregara a la comunidad el recurso financiero que le corresponde.
Se ignora cual es la causa real que motiva la animadversión de Ixtláhuac a dicha figura jurídica, pero se especula es de carácter financiero, pues al entregar más de 20 millones de pesos anuales para que lo ejerza la comunidad, le resta al municipio. Sobre todo, en la aplicación de obras, donde los alcaldes recibían (antes) el 10 % de “comisión” por parte de las empresas constructoras favoritas, propias, de los hermanos, primos y prestanombres, por cada obra que se les asignaba. Hoy exigen el 15 %.
Y de 30 millones, vendrían siendo alrededor de millón y medio que se les van de las manos cada año, libres de impuestos y sin que se pueda demostrar dicha práctica viciada. Pues se trata de corruptos, no de idiotas. Luego entonces, si más comunidades se convierten en Autogobierno, disminuyen los ingresos por concepto de comisión que otorgan las empresas constructoras, que es uno de los conceptos de enriquecimiento ilícito que menos problemas legales generan a los gobernantes pútridos.
En el caso de Zitácuaro, lo que sí resulta sorprendente, es la facilidad que tienen los funcionarios municipales para meter en aprietos al presidente municipal… obviamente con el consentimiento e indicaciones de este…
Tal vez sea audacia, exceso de seguridad (arrogancia) o torpeza, para mentir, engañar y traicionar con tal ligereza. Haciendo creer al gobernador que se está subordinado a sus intereses, pero cuando se trata de demostrarlo, se lucha sólo por los propios, yendo si es preciso en contra de las indicaciones recibidas.
ENFRENTAMIENTO GOBIERNO DE ZITÁCUARO y GOBIERNO DE MICHOACÁN
Con la de Francisco Serrato, el pasado martes, es la tercera ocasión que funcionarios municipales impiden la realización de asambleas de consulta, para que la población decida si quieren o no constituirse en Autogobierno. La primera fue precisamente en Francisco Serrato, la segunda en San Felipe de los Alzati y ahora nuevamente en Francisco Serrato.
Nada más que en esta ocasión fueron menos cuidadosos en las formas y se evidenciaron con el gobierno estatal, quien reaccionó reprochando la intromisión obstaculizadora del Ayuntamiento de Zitácuaro, para impedir llevar a cabo la consulta.
Los funcionarios zitacuarenses están enfrentándose al gobernador Ramírez Bedolla en un momento crucial, donde las fuerzas adversas al interior, encabezadas por la “Triada derrotada”, integrada por Raúl Morón, Leonel Godoy y Fidel Calderón, buscan cualquier pretexto para golpear al grupo en el poder (el Autogobierno podría ser uno de ellos), así como coquetear con los “liderazgos” que perciban insatisfechos, y Antonio Ixtláhuac fue destapado, desde un principio, como aspirante de Morena a la reelección, por Raúl Morón.
Ahora veremos de que “cuero salen más correas”, si de Ixtláhuac o de Ramírez Bedolla. Que, naturalmente simularán que todo está bien, que nada más se trató de un exabrupto de sus respectivos colaboradores, de una confusión, que la relación y colaboración está más sólida que antes, que se aman más que nunca, etcétera. Pero bajo la mesa el golpeteo será intenso. Además, en los pleitos entre “comadres”, se revelan secretos “inconfesables”.