Sinopsis Política/La rebelión de la tropa

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J. Salatiel Arroyo Zamora

Se está convirtiendo en costumbre que, cada vez que el gobierno (en los tres niveles), alardea avances y difunde cifras de éxitos, la realidad se les restriega en el rostro, exponiendo la verdad y dejándolos en ridículo, echando abajo sus tácticas de simulación, que cada vez son más frecuentes. Por ejemplo, hace algunos días -el 18 de octubre- el gobierno del estado difundió la entrega de 105 patrullas y equipo a 57 alcaldes de Michoacán, “para fortalecer la seguridad de la entidad”, con un recurso de 758 millones de
pesos del Fortapaz. “Dinero equivalente a seis veces más de lo que se había entregado en administraciones pasadas”, afirmó el gobernador del estado. Lo que debería reflejarse en seis veces más resultados, de acuerdo a la lógica.

Además de las patrullas y el equipo, el recurso también se destina a la capacitación y formación continua, certificación de los policías y a la prevención del delito. Jactándose los funcionarios estatales que el Fortapaz está siendo “punta de lanza nacional en el robustecimiento de las policías locales”. Pero en los hechos, la realidad es distinta, en ocasiones opuesta a la retórica de los gobernantes y sus funcionarios.
Si el dinero que se recibe es seis veces superior al entregado en el pasado, los resultados deberían ser seis veces mejores en materia de prevención de delitos; sin embargo, estos se han disparado, sobre todo el homicidio doloso. Aunque ellos difundan cifras maquilladas o falsas, la mejor encuesta es la que los gobernados viven a diario y la mayoría tenemos “otros datos” en materia de seguridad pública. También deberíamos tener policías seis veces más eficaces y lo son, pero sólo para la extorsión y creerse más “maña” que los malosos, sobre todo los mandos.

Y si el “Fortapaz” del gobierno de Michoacán está siendo “punta de lanza nacional…”, el gobierno municipal de Zitácuaro no podía quedarse atrás y también se ha convertido en “referente estatal”, con la aplicación de esos recursos en la “certificación 329 policías municipales en materia pericial y forense” … que sólo los gobernantes y los mandos policiacos saben para que servirá la mentada certificación.

Aunque, lo más seguro, se trata de simular que el dinero se está invirtiendo. Y sí simulan, es porque están ocultando la verdad, que tendría que ver con la “distracción” de recursos.

Recordemos que en política no existen ladrones, ni la palabra robo. Lo correcto entre ellos es “desviación de recursos”, “observaciones financieras”, “inconsistencias”, etcétera y a lo más que se llega para “castigarlos”, es al fincamiento de responsabilidades y oportunidad para desvanecer las observaciones, mientras que al ciudadano común hay que aplicarle todo el peso de la ley y mandarlo directo a la cárcel, pues ladrón es el que se roba una gallina porque tiene hambre o medicina para curar a su hijo, ante la ineptitud de las instituciones de salud pública y la falta de medicamento.

Bueno, pues el día del evento para reconocer a los policías de Zitácuaro que lograron la certificación, muchos de ellos asistieron con uniformes viejos, decolorados y desgastados por las lavadas y el sol, notándose de inmediato las penurias. Surgiendo la interrogante ¿Dónde están los recursos del Fortapaz? Ese dinero, que ahora es seis veces superior a lo entregado por los gobiernos del pasado ¿En qué se invierte? ¿758 millones para 105 camionetas y “equipo”? ¿En qué consiste el equipo y ´dónde está?

Al día siguiente de la certificación de los 329 policías municipales de Zitácuaro, integrantes de las tres guardias se unieron para denunciar las irregularidades al interior de la institución, entre las que se encuentra la falta de dotación de equipo, uniformes, botas y chamarras desde hace más de dos años. Lo que significaría que los recursos de “Fortapaz” no están llegando a su destino.

Pero lo anterior no es lo más delicado. Lo grave, es que los mandos policiacos no predican con el ejemplo y en lugar de corregir la conducta de los subordinados conduciéndose de manera intachable y eficaz en el servicio público, se les imputa ser los principales infractores a los códigos de ética y normas jurídicas de la institución.

Desde hace tiempo se le han atribuido al director o secretario conductas indignas contra el personal femenino de la corporación, así como su adicción al alcohol. Lo que hace incluso en horario laboral, empleando las propias instalaciones públicas para realizar juergas con su equipo “de confianza” y algunas mujeres civiles, a las que se permite el disparo de armas de fuego o la práctica de tiro en espacios de la Dirección de Seguridad Pública Municipal.

Pero no sólo el mando principal incurre en dichos excesos, también sus colaboradores cercanos, que se concentran más en actividades “amorosas” o de índole sexual y de esparcimiento, que en el cumplimiento de sus obligaciones, de proteger la integridad de la población y la prevención de delitos.

Otra irregularidad, es que hay demasiados mandos policiacos en Zitácuaro, la mayoría de ellos no devengan sus salarios, pero sí traen escoltas y unidades automotrices a su servicio, lo que provoca que el estado de fuerza para cumplir con los servicios se vea disminuido. En cambio, a la tropa no se le ha aumentado el salario, a pesar de que les prometieron que el incremento llegaría a principio de año, en enero. Además, muchos elementos han sido despedidos, pero no han sido sustituidos por nuevo personal, ignorándose el destino de dichos salarios. Lo mismo sucede con policías que han sido aprobados en los exámenes de control y confianza y los mantienen como auxiliares, con sueldos raquíticos, negándoles las plazas de policías y el salario normal.

Al respecto resulta urgente se lleven a cabo investigaciones exhaustivas, por parte de las Fiscalías del Estado y General de la República. Porque ya estuvo bien que lacras disfrazadas de policías nada más vengan al municipio a abusar de la corporación y de la población, mientras se enriquecen con el dinero público, más lo que reciben por simular prevenir ilícitos, y hacer cómo que combaten la inseguridad y violencia.

Los policías de Zitácuaro no nada más reciben ofensas de sus mandos, afirman que también de sus homólogos estatales.

Así mismo, resulta apremiante la intervención de nuestras representantes populares, sobre todo las que pretenden perpetuarse en el cargo o brincar a otro. Que se apliquen, no permitir que los elementos policiacos que están denunciando se expongan, ellos no tienen fuero, las diputadas sí. Ante lo delicado del asunto, al tratarse de un tema de seguridad, que es de lo más sensible en las dos últimas décadas.

Se apela a la representatividad de nuestras diputadas, porque lo regidores nacieron limitados, subordinados totalmente y condicionados a ciertos privilegios que ya disfrutan y jamás se atreverían a cumplir sus deberes como el caso lo amerita, sería como “patear el pesebre”. Si estoy en el error, que me contradigan con hechos, pues, seguramente en el Cabildo debe existir una comisión de seguridad pública y de justicia, lo mismo que en el Congreso del estado y Cámara de Diputados federal.

La seguridad pública en una tarea sumamente delicada y no cualquiera puede dirigirla, menos los vividores, lacras o criminales disfrazados de servidores públicos, que con sus prácticas perniciosas no nadas más perjudican a la población, también degradan a la corporación. Pues ellos son los que mandan y la tropa la que obedece y pone el pecho para recibir los golpes, no nada más de los delincuentes, también de la opinión del público que se lanza en contra de ellos, acusándoles de “mordelones”, extorsionadores, etcétera, cuando los que ordenen y además se llevan el botín, son otros.

EL ESCÁNDALO DE LA SEMANA

Un nuevo escándalo nacional está a punto de estallar. Se trata de un posible desfalco a la nación por más de nueve mil millones de pesos, en la compra de jabones y desinfectantes que serían destinados al “pueblo bueno y sabio”, al sector social más desprotegido, marginado y vulnerable. Ese tan amado en el discurso de la 4T.

Este robo en Segalmex, es considerado superior en cantidad y perversidad a la “Estafa Maestra”. Además, tiene la particularidad que estarían involucrados dos paisanos nuestros (zitacuarenses), de ascendencia priista, en cuyo partido se enriquecieron y posteriormente emigraron en busca de una candidatura en el PAN. Pero es en Morena dónde encontrarían su mayor tesoro material. Siendo identificados en el pueblo por tratarse de “reconocidos” empresarios (y no son los Orihuela, ellos ya están en Morena algunos y otros en el PT). Nos reservamos los nombres porque son sólo “rumores”. Pero el asunto dará para mucho, a nivel nacional.

Demostrándose que el “pueblo bueno y sabio” sólo es utilizado para dar votos y recibir migajas, porque el billete grande es para los fifís y los “repudiados” conservadores, neoliberales, los verdaderos priistas y panistas. Esos que en el discurso son despreciados, pero en la repartición los grandes beneficiados. Pues son los mismos que siguen en el poder.