J. Salatiel Arroyo Zamora
Como se recordará, Raúl Morón Orozco fue nominado el candidato de Morena al gobierno del Estado de Michoacán. Pero, por un error del partido, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación canceló su registro, por no haber reportado informes de gastos de precampaña. Por lo que, los dueños de Morena se vieron en la necesidad de crear un postulante al “vapor”, de preferencia fundador del partido, para blindarlo ante la oleada de oportunistas. Siendo Alfredo Ramírez Bedolla, un inexperto político, que apenas había ganado una elección en las urnas (diputado local), el favorecido.
Por eso, al principio de la presente administración estatal se especuló de un pacto, que consistía en retribuir a Morón (por su disciplina y apoyo institucional), la mitad del gabinete, entre dichos cargos la Secretaría de Gobierno, o bien, la mitad del periodo gubernamental. Con lo primero no se cumplió, y Raúl y su equipo fueron excluidos.
Pero ahora, tal vez sin buscarlo, además de la Senaduría de la República y la camaradería con la presidenta de México, Morón Orozco podría acceder a representar al poder ejecutivo estatal los tres años restantes.
Sin embargo, nada, ni nadie ha podido cimbrar la permanencia de Alfredo Ramírez Bedolla como mandatario estatal. Ni siquiera le ha perjudicado su imposición como gobernador, plagada de irregularidades; ni la intromisión (jurídicamente demostrada y aceptada por el Poder Judicial de la Federación) del crimen organizado en su campaña, ni las acusaciones de haber sido beneficiado con capital financiero de ilegitima procedencia; como lo será ahora, bajo el señalamiento de beneficiar con más de 300 millones de pesos a empresas vinculadas a Carlos Loret de Mola, uno de los peores adversarios de AMLO, y por esa “razón” se le ha decretado enemigo acérrimo del régimen gobernante.
La peor falta que Alfredo Ramírez Bedolla pudo cometer, es esa: hacer negocios con el enemigo público número uno del gobierno, que no es Mencho, ni los descendientes del Chapo, ni el pez o la fresa. No, de ninguna manera, ellos merecen respeto y abrazos, son los periodistas a los que hay que dar de balazos… te hablan Ciro Gómez Leyva, quien alcanzó a librarla, no así Armando Linares López y más de cuarenta comunicadores asesinados o desaparecidos durante el presente régimen.
Por eso, por “apoyar” a un periodista que critica al gobierno, Ramírez Bedolla es satanizado, acusado de corrupto, de traidor y será seguramente condenado, posiblemente hasta con la destitución, aunque todos sus correligionarios encumbrados en el poder hagan exactamente lo mismo y cosas peores, como no aplicar la ley a los criminales de a deveras y saquear sin pudor los dineros públicos, ellos y sus familias. Pero eso no es malo, porque el PRI robaba más. Lo siniestro, malévolo y perverso, es que lo hizo con Loret de Mola.
Alfredo Ramírez Bedolla sabe que se encuentra en riesgo inminente de perder la gubernatura. Por eso, en cuanto el veterano líder izquierdista, Pablo Gómez, anunció que está siendo investigado por la Unidad de Inteligencia Financiera, el mandatario michoacano se apresuró a difundir fotografías al lado de la presidenta electa Claudia Sheinbaum y a decir que apoya sus iniciativas de reforma. También, rápido se trasladó a la capital del país a reunirse con Adán Augusto López, el “hermano del alma” del todavía presidente de México y a quien Bedolla apoyó cuando el ex Secretario de Gobernación era “corcholata”. Pero nadie podrá salvarlo de la ira del bondadoso presidente de la república. Al tiempo.
DECADENCIA OPOSITORA EN MICHOACÁN
Andrés Manuel López Obrador es el primer presidente legítimo en la historia del país, pues derrotó con amplio margen al sistema político mexicano instaurado desde la época post revolucionaria, más de 80 años de cacicazgo tricolor (y dos sexenios del PAN), teniendo toda la estructura gubernamental e institucional en contra. Contribuyendo con su perseverancia a concluir el trabajo iniciado por Cuauhtémoc Cárdenas, de democratizar a los órganos electorales para llevar a cabo elecciones libres.
Pero hoy, López Obrador heredará a Claudia Sheinbaum un gobierno excesivamente poderoso, centralista, hegemónico y totalitario, donde el ejecutivo tendrá supremacía sobre el legislativo y el judicial, eliminando de facto la división de poderes. Potestad que se incrementa al haber superado Sheinbaum Pardo el respaldo electoral de su mentor). Y estará facultada para ejercer un mandato en el que resultará una hazaña heroica ser oposición.
Sólo los verdaderamente liberales, los firmes de convicciones, con sólida formación ideológica, los que luchan por la verdad, la razón y la justicia, sin pretender reconocimiento ni recompensa, serán opositores al régimen. Los demás, por conveniencia personal se irán a la cargada, serán pro gobiernistas. Estarán de lado del poder, disfrutando sus beneficios. Los otros, aportarán todo sin recibir nada, sólo congruencia y la satisfacción del deber cumplido. No irán por candidaturas, ni cargos públicos, ni negocios al amparo del poder, y a eso, nadie querrá entrarle. Por eso habrá Morena en el poder por varios años.
En la elección del 2 de junio los partidos políticos opositores, particularmente el PRI y el PRD, obtuvieron los peores resultados de su historia: el PRD no logró siquiera conservar el registro, y sin registro no hay prerrogativas (dinero), ni fracciones legislativas, ni partido, ni liderazgos, pues el de Silvano Aureoles fue traicionado, excluido, menguado y golpeado. Mientras los últimos dirigentes formales, encargados del exterminar a las otrora poderosas organizaciones políticas, han accedido a la opulencia financiera y representaciones populares plurinominales.
En el PRI, desde el 2022 se habían venido expresando al interior del partido manifestaciones de inconformidad por la exclusión, división y el rumbo del instituto político, propiciando el alejamiento y la renuncia de importantes cuadros, incluso la expulsión de algunos que no coincidían o desaprobaban las acciones de las dirigencias.
Las que, lejos de reconocer que el PRI atravesaba por una crisis severa, que reclamaba una profunda revisión de su plataforma ideológica, de las formas de vincularse con la sociedad y las causas populares, así como de su accionar político para el triunfo electoral, el trabajo se orientó particularmente a fortalecer al círculo cercano a las dirigencias, centralizando decisiones, cargos, recursos económicos y nominación de candidaturas, imponiendo en ellas incluso a los hermanos para fracturar el voto del PRI, favoreciendo con ello al gobierno y al partido oficial, en detrimento de los aliados naturales y de la propia cohesión de la organización política que se dirige.
Los resultados para el PRI-PAN y PRD fueron desastrosos, los peores en la historia de esas fuerzas políticas en Michoacán.
La estrepitosa caída de las fuerzas políticas de “oposición” (PRI-PAN y PRD) se debió especialmente al entreguismo y servilismo obsceno de las dirigencias partidistas con el gobierno de Alfredo Ramírez Bedolla. Analice los resultados de la elección presidencial en Michoacán:
El PAN-PRI y PRD juntos lograron 607, 301 votos.
Mientras que Morena-PT y PVEM obtuvieron un millón 140 mil 630. Casi el doble.
Por partido, cada instituto político consiguió la siguiente votación:
Morena: 778,100
PAN: 305,359
MC: 250,391
PT: 198,836
PRI: 197,685
PVEM: 163,694
PRD: 104,257
Los números no mienten, el PRI con Guillermo Valencia Reyes de dirigente se fue al sótano. El otrora partido “aplanadora”, el “todas mías”, obtuvo el peor resultado electoral en la historia de Michoacán, degradándose al quinto lugar, por debajo de Morena, PAN, MC y PT. Del PRD ni se diga, Octavio Ocampo Córdova lo llevó al exterminio… pero eso sí, ambos: Memo y Tavo, son diputados plurinominales y cuentan con el “privilegio” de la “amistad” del gobernador y todos los beneficios que ello significa.
Por eso andan triunfalistas y burlones (en lugar de avergonzados); primero, porque vergüenza no tienen; y segundo, porque ellos cumplieron la misión para la que fueron contratados: destrozar a sus respectivos partidos políticos y contribuir a la victoria del partido de estado.
Ahora bien, acercamiento, diálogo, negociaciones y acuerdos entre el gobierno y las fuerzas opositoras siempre ha existido, a favor de la coordinación para la gobernabilidad del país, estado y municipio; sin embargo, no se tiene memoria que el sometimiento haya sido prostituido excesivamente, ni tan desfachatado. Al grado de no avergonzar en lo más mínimo a las partes participantes.