J. Salatiel Arroyo Zamora
Siempre he afirmado que la capacidad, eficacia y habilidad en política se mide en base a resultados
y estos se reflejan en las simpatías o votos depositados en las urnas. “Haiga sido, como haiga
sido”, lo que importan son los sufragios y en Zitácuaro, el pasado domingo 10 de abril,
extrañamente estos llegaron de manera copiosa, a diferencia de lo que sucedió en el resto del
estado y en la mayor parte del país.
La jornada inició con indiferencia ciudadana, que disfrutaba del domingo familiar, luego de una
des motivante “campaña”, llevada a cabo por el único protagonista inscrito en la papeleta
electoral. Las casillas instaladas permanecieron semivacías, el electorado no asistencia a la
mayoría de ellas, a pesar del esfuerzo que funcionarios públicos realizaban por convencerlos,
empleado algunos servidores de la 4T incluso agresiones en grupos de watts app en contra de
supuestos adversarios, que para ellos lo es todo aquel ciudadano que no coincida con los abusos,
negligencias y arbitrariedades del gobierno y se atreva a expresarlo.
Pero, repentinamente, al computarse las actas de escrutinio de las mesas receptoras de votos, la
sorpresa fue mayúscula: en el distrito electoral federal 03, con cabecera en Zitácuaro, la
participación electoral superó los 46 mil sufragios. Lo que significa que el gobierno del estado
mandó al distrito de Zitácuaro a uno de sus mejores operadores, tal vez al único que tienen, y ahí
están los resultados. La preocupación por obtener una elevada votación, refleja así mismo el
interés político y electoral que para la 4T representa Zitácuaro, tierra de origen de Carlos Herrera
Tello, ex adversario de Alfredo Ramírez Bedolla y lugar de proyección de Silvano Aureoles Conejo.
En el distrito de Zitácuaro, 46 mil 130 ciudadanos acudieron a las urnas . De ese total, 42 mil 946
están de acuerdo que AMLO siga en la presidencia de la república y nada más 2, 358 solicitan se le
revoque el mandato por pérdida de confianza. Si comparamos la cosecha de votos en todo el
territorio estatal, la cifra fue de 500 mil 226 asistentes a las urnas. De ese total 460 mil 331
sufragaron a favor de que Andrés Manuel López Obrador siga como presidente de la república, lo
que representa una abrumadora mayoría a favor del mandatario nacional, que en contra solo
votaron 31 mil 151 michoacanos.
Si consideramos que, en la última elección, para designar gobernador del estado, la participación
fue superior a un millón y medio de electores, y de ellos 730 mil 836 lo hicieron a favor de Alfredo
Ramírez Bedolla, convirtiéndose en el candidato más votado en la historia de Michoacán,
superando a Fausto Vallejo Figueroa, que había logrado 658 mil 667 y enviando al tercer lugar a
Silvano Aureoles Conejo, que obtuvo 637 mil 505. Significa que Morena estaría perdiendo más de
270 mil 505 votos (alrededor del 30%), en sólo medio año de gobierno en Michoacán.
Al respecto se debe aclarar que, en la jornada electoral para gobernador de Michoacán, la
ciudadanía votó más por Morena que por Alfredo Ramírez Bedolla y más por AMLO que por
Morena, pues López Obrador ha sido y es el líder indiscutible, el dueño del partido y de la voluntad
de la mayoría de electores. Luego entonces, si AMLO o su proyecto de gobierno se desgastan, la
erosión perjudicará a todos, principalmente a quiénes en él se recargaron para ganar, como
sucedió en Michoacán y en la mayor parte de la geografía nacional.
Al respecto, es pertinente precisar que Alfredo Ramírez Bedolla no está respondiendo con
resultados a la confianza depositada en su persona por el presidente López Obrador, ni a la
deferencia que le brinda el Secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, que de
facto lo ha convertido en su operador personal, bajo la promesa de convertirse en aspirante
presidencial. Esa merma en los votos, representa también la creciente fractura al interior de
Morena y el rechazo al gobernador, que ha excluido a fundadores del partido para incorporar al
poder destacados priistas.
Ahora bien, para los seguidores de la 4T los resultados obtenidos el 10 de abril son un éxito, para
los opositores el fracaso de una farsa, en materia jurídica es la nada, en democracia un ejercicio
más y socialmente una costosa carga económica.
Jurídicamente no genera ninguna consecuencia (igual que la pasada consulta ciudadana para
enjuiciar a los expresidentes corruptos y a sus cómplices), ya que la ley no tiene efectos
retroactivos en perjuicio de persona alguna, el presidente fue Constitucionalmente electo para
cumplir un periodo de gobierno de seis años y así será, aun cuando la votación hubiese sido
copiosa (más del 40% del padrón electoral) y la mayoría se hubiera manifestado a favor de que se
fuera, por haberle perdido la confianza, pero ni siquiera logró ser vinculatoria, ante el desinterés
popular.
En materia democrática, se trató de un ejercicio propagandístico y tendencioso, organizado por el
gobierno, su partido (Morena) y agrupaciones políticas aliadas, para promocionar al propio
gobierno. En tanto que, socialmente representa una costosa carga económica, que tendrán que
pagar los contribuyentes.
En dicho proceso resaltó la acción negativa del gobierno, tanto federal, estatal y algunos
municipales, que se dedicaron a realizar operación política, distrayendo horas de trabajo de sus
funcionarios, que se consagraron a la promoción del voto a favor del presidente de la república.
Así como a la “distracción” de recursos financieros para “viáticos”, que fueron entregados a los
propios servidores públicos y a los movilizadores para el acarreo.
Prácticas, las anteriores, que adoptaron en el partido de origen de la mayoría de los dueños de
Morena, que bien aprendieron en el PRI y que tanto han condenado, cuando las ejercen otros. Con
la salvedad que los priistas eran cuidadosos de las formas y estos resultaron demasiado rústicos,
para no decirles cínicos, descarados y desvergonzados, que agreden a sus críticos, acusándolos de
conservadores, fifis, de derecha, corruptos… mientras aceptan en sus filas, purifican, convierten en
sus lideres y entregan el poder a lo peor del rancio priismo nacional, estatal y municipal, que
dentro de Morena continúan destrozando a la sociedad y denigrando al régimen, mientras el
propio presidente afirma confiar en ellos.
Tal vez por esas razones, antes expuestas, es que más del 80 % del electorado del país rechazó
acudir a las urnas el pasado domingo (otros por apatía o pereza, hay que reconocerlo también),
objetando así avalar una elección de estado, promovida por el propio mandatario nacional y
operada por sus súbditos desde todas las instancias públicas, haciendo exactamente lo que antes
refutaban, entre otras conductas en las que ahora incurren, en contra de la democracia, la verdad,
la razón y la justicia.
Es tal la incongruencia, frivolidad y despilfarro innecesario de dinero, que pudo emplearse en
medicinas para atender a los niños con cáncer, que antes de la “Consulta de Revocación de
Mandato”, el presidente de México insistía en convocar a dicho evento cívico, “democrático y
transformador”; pero, a la hora decisiva, él mismo anuló su voto, con otras de sus ocurrencias
populista y propagandística, pero que logran fortalecerlo en el ánimo de las masas, como el
redentor que el pueblo necesita y, sin duda alguna, seguirán él y su partido ganando elecciones.