Boris González Ceja
Nadie le dice a una persona que tiene una enfermedad del corazón o diabetes que le eche ganas, que todo está en su cabeza, que salga a caminar y se le pasa. Entonces, ¿por qué sí lo hacemos con las personas que tienen padecimientos mentales? Tal vez porque así quisiéramos que fuera, que sólo con un buen deseo cambiara la realidad, pero no es sencillo.
Comentarios como este o como el famoso “ponte las pilas” son muestras del estigma que se genera en la vida cotidiana: los estigmas son señas en el cuerpo generadas por las palabras, no siempre bienintencionadas, y se refieren a una asociación negativa entre una persona y una enfermedad, o una etiqueta que busca reducir el poder de una persona.
Un ejemplo del echaleganismo como estigma es el que les aplican a las personas con depresión, minimizando los síntomas y reduciendo a la persona que sufre a un mero saco de sentimientos, queriendo hacer menos el trastorno mental, hasta llegar a molestar o complicarlo.
Un ejemplo de los estigmas generalizados es en la depresión, que es en general una señal de otros problemas psicológicos que se han acumulado en la historia de la persona.
Podemos definir a la depresión como un trastorno frecuente que implica un estado de ánimo deprimido o la pérdida casi completa de interés o placer en actividades que antes se disfrutaban; son frecuentes las manifestaciones en el cuerpo, por ejemplo, un cambio en el peso; o las modificaciones cognitivas, como la dificultad para concentrarse. La depresión también afecta el sueño, las relaciones, los intereses, etc.
Escuchar de manera activa a las personas que atraviesan por procesos de depresión, ansiedad o cualquier otro padecimiento mental, es fundamental, muchas veces no es necesario decir nada, lo importante es acompañar a la persona y ser empáticos: esto elimina el estigma.
Mostrar interés es otra forma de apoyar cuando el sufrimiento psicológico duele, es importante no dar consejos y mucho menos mostrar una actitud morbosa: contrario a ello, es necesario generar acciones de acompañamiento.
Hay personas en depresión o ansiedad a quienes les funciona hablar del tema; y hay personas que no quieren abordarlo, y está bien. Muchas veces debido al estigma que generan las enfermedades mentales, el sentirse mal les causa vergüenza, el querer cambiar su comportamiento y no poder, les genera frustración.
¿De dónde salió el avergonzarse del trastorno mental? Si entendemos que cuando estamos enfermos o tenemos un trastorno en nuestra personalidad nos sentimos vulnerables, muchas personas llegan a relacionar lo vulnerable con lo débil y la vergüenza: así funciona la mente humana.
Creo que la desinformación y el estigma abonan al problema, considerando la falta de comprensión y los miedos que se generan por lo mal que podemos llegar a sentirnos como humanos por la enfermedad, por maltratos de otras personas, por ser humanos. Algo que es importante entender es que muchos de los trastornos mentales tienen que ver con abusos de otras personas, malos tratos o acciones que se explican solo por el contexto.
En el caso de los hombres se les sigue educando a que aguanten, a que nada les debe doler, al grado de la insolencia para su persona, repitiendo con otros el individualismo que tanto afecta a nuestras familias.
Cabe resaltar que el sufrimiento de un trastorno mental, que puede ser muy elevado, se le agrega incomprensión. Cuando se le quieren dar consejos sin compromiso ni seguimiento adecuado a una persona que sufre, se puede crear un escenario que profundiza el dolor.
Echarle ganas no es suficiente en algunos casos y se requiere la intervención profesional de un psicólogo para salir adelante. Muchas personas nos preguntan sobre cuándo es bueno ir a terapia: una forma de saberlo es si quieres cambiar algo y no puedes, allí es importante ir con un psicólogo. La mayoría de las personas que tienen una vida satisfactoria han pasado por encontrar ayuda profesional.
Les comparto mi página de TikTok para que conozcan más sobre este y otros temas de salud mental https://www.tiktok.com/@psicborisgonzalez?is_from_webapp=1&sender_device=pc
Causas y Azares…
- Las políticas públicas de salud mental no se ven en los programas que las instituciones responsables aplican; es más, mucho de lo que se dice en la prensa son inventos de personas sin escrúpulos que opinan de psicología sin formación, sin experiencia y sin interés en la mejora de los procesos científicos de la psicología. Adivine usted quién le dicta el horóscopo.
- Colima, Zamora, Ciudad Obregón, Zacatecas, Tijuana, Celaya, Juárez, Ensenada y Uruapan son las ciudades más violentas del mundo. Mientras, la Fiscalía de Justicia tiene miles de órdenes de aprensión debajo de la mesa, ¿A quién le conviene su inoperancia? La simulación sigue restando vidas.
Hasta la próxima, que hay que tener cuidado al elegir a los enemigos porque uno termina pareciéndose a ellos.