Blanca Piña Gudiño
Este 1 de mayo salieron a la calle cientos de miles de trabajadores y trabajadoras de distintos sectores e industrias. Profesores y profesoras de educación básica y universitaria, electricistas, transportistas, médicos y enfermeras, obreros y empleados, tranviarios, etc. La manifestación es destacable por dos motivos.
Es la primera manifestación masiva postpandemia. Debido a las restricciones sanitarias la marcha del 1 de mayo de 2020 se canceló, y la de 2021 no fue convocada de forma masiva. Que la clase trabajadora retome las calles, es fundamental para la democracia, porque sus manifestaciones demuestran los grandes problemas que aún se arraiga en los centros laborales.
Segundo, la manifestación pone en la discusión pública la situación de precariedad, informalidad y desocupación que afecta a millones. Más de 30 millones de trabajadores y trabajadoras en la informalidad, una desocupación de 3 millones, casi 30 millones con ingresos equivalentes a 2 salarios mínimos, sin contabilizar los cientos de abusos de la patronal.
No es casual que en las mantas y carteles que inundaron las calles, la exigencia de los contingentes de las y los trabajadores regidos por el apartado A del 123, fuera mejorar los Contratos Colectivos de Trabajo (CCT), y de las y los trabajadores del apartado B, el respeto a las Condiciones Generales de Trabajo. Otra exigencia es un incremento salariar de emergencia debido a que la inflación ha golpeado fuertemente el poder adquisitivo del salario. También apareció la exigencia de que las condiciones laborales contemplen medidas de contención de enfermedades pandémicas, como el COVID.
Es verdad que en la 4T hemos avanzado, debo reconocerlo, modestamente, en la solución de estos problemas. De 2018 a 2022, el salario mínimo se ha incrementado históricamente en un 60 por ciento. Se han aprobado reformas a la Ley Federal del Trabajo para agilizar el sistema de impartición de justicia laboral; se reguló la subcontratación, con lo cual se obligó a la patronal a garantizar estabilidad a por lo menos 5 millones de trabajadores y trabajadoras; se reconoció legalmente el derecho al acceso a la seguridad social de las trabajadoras del hogar. Algo muy importante, es que se ha impulsado la ratificación del Convenio 190 de la OIT para combatir y erradicar el acoso laboral, además se ha presentado propuestas de reforma de la LFT en esta materia.
Es verdad, nos hace falta mucho por hacer. La democratización del mercado laboral, completamente flexibilizado y precarizado por 40 años de neoliberalismo no será fácil. Pero si la 4T escucha a la clase trabajadora, que es, como dirían los clásicos, quien hecha andar las ruedas de la historia, si nos comprometemos a defender firmemente el principio de que no puede haber transformación sin el protagonismo de las y los trabajadores, si hacemos de las exigencias de la clase parte y carne de nuestro gobierno, la 4T avanzará indudablemente con las fuerzas de la historia.
se ha dicho en otros momentos, y hoy lo ratifico. Sin los trabajadores nada, con los trabajadores todo.