°La generación del chavismo contra Maduro
Por Martha Elba Torres Martínez
El 25 de julio que se “sinceró” sobre el mega-robo en Segalmex (15 mil millones de pesos), “por descuido o mala suerte” de Ignacio Ovalle, su ex jefe en el Instituto Nacional Indigenista y en el Coplamar, para López Obrador es la única “mancha” que se llevará de su gobierno. Fuera de eso, todo fue idílico, perfecto.
Pero claro que carga su regordete gobierno con más “manchas” que una hiena moteada.
Nunca pudo tirar la “verdad histórica” de Jesús Murillo Karam de que a los “43” los mataron, quemaron y sus cenizas terminaron en el río; el sistema de salud es un puto desastre y no hay médicos ni medicinas para atender a la millonada de nuevos beneficiarios del IMSS-Bienestar; la imbecilidad de los “abrazos no balazos” y la permisividad a los cárteles, lo tienen en la mira del mayor de los ridículos de su sexenio con el “Mayo”; y todavía con Venezuela, un viaje al futuro de lo que nos espera con la dictadura de la 4T: el control de los poderes políticos y fácticos: Ejecutivo, Legislativo, próximamente el Judicial; el Electoral (INE) las Fuerzas Armadas -legales e ilegales- y el “pueblo”.
Alejandro Encinas, el expresidente de la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia del Caso Ayotzinapa, parece ser, hasta ahora, el primer y único funcionario obradorista de nivel en comparecer ante un juez; que ironía, por el propio caso que investigó.
El pasado 25 de julio -como él mismo lo publicó-, compareció de manera remota, en calidad de testigo, en la primera audiencia solicitada por el Juzgado Segundo de Distrito de Procesos Penales Federal en el Estado de México, por la defensa de los militares indiciados como presuntos responsables de la desaparición de los normalistas y que lo acusan de fabricarles delitos.
Negó haber incurrido en irregularidades al relacionar a militares con el caso o haber violado su presunción de inocencia tras dar a conocer sus nombres durante la lectura del informe el 18 de agosto de 2022, en la mañanera de Palacio Nacional.
Se sostiene en su dicho que el Ejército participó en la desaparición de los chavos. El Presidente ya dijo que no, y ahora se indigna porque en su calidad subsecretario de Gobernación y presidente de la Comisión de la Verdad, fue interrogado, “hasta el cansancio”, por un mayor de la Justicia Militar. ¡Que humillante!
A ver. ¿Qué es lo que sigue sin aceptar Encinas? Ayotzinapa fue un recurso de campaña de López Obrador; cuando involucra a su aliado, el Ejército, pues la cadena se rompe por el eslabón más débil, que es él y lo deja solo y a su suerte, Claudia no lo quiere ni lo va a amparar. Lo que más le conviene -porque así operan en la 4- es desdecirse, pedir perdón y procurar salir lo menos abollado para enchufarse en el gobierno de Clara Brugada. Porque todo en la secta, es cargos y dinero…
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Todavía en marzo de este año, López Obrador juraba que dejaría el “mejor sistema de salud pública del mundo, aunque se burlen mis adversarios”.
Desmadró el Seguro Popular, que con todo y sus deficiencias era funcional; creó el INSABI, desapareció la lana y se disparó la desatención: 53.5 millones de personas sin servicios de salud. Entonces echó mano del IMSS, que se sostenía de aportaciones obrero-patronales, y crea el IMSS-Bienestar “para la prestación gratuita de servicios de salud, medicamentos y tratamientos en clínicas y hospitales del Instituto”.
Suena bien bonito, porque con los 70 millones de derechohabientes del IMSS e ISSSTE, en teoría, toda la población estaría cubierta. Pero del dicho al hecho hay mucho trecho. Al 28 de junio de este año, ya se había registrado a los primeros 9.5 millones de nuevos beneficiarios; en Michoacán, el 2 de julio, el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla entregó el primer bloque de credenciales del IMSS-Bienestar a mil 307 personas para ser atendidas en cualquier clínica y hospital del IMSS.
Pero sin la infraestructura suficiente, personal médico y medicamentos para atender de golpe y porrazo a todos, pues esta cañón.
El 10 de julio, el jefe de Urgencias del HGZ 83 de Morelia, Juan Ortega Bravo, informó en rueda de prensa, que emergencias no prioritarias estaban saturando esa área; explicó que 70 por ciento de los pacientes que se presentan en demanda de atención urgente no son de gravedad ni ponen en peligro de su vida; son enfermedades de la panza, respiratorias, dolores y males crónicos, pero que como sea, abarrotan Urgencias y tienen que esperar más tiempo para ser atendidos por el Triage.
Ya ni hablamos de las 800 mil muertes -244 mil de ellas, innecesarias- por el mal manejo de la pandemia, la farsa de la vacuna “Patria” y millones de dosis de la cubana echadas a perder porque ni la chairiza quería “Abdala”. Ha de decir AMLO que no es su culpa, pero sí, y la historia registra la “mancha”…
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Tampoco fue tan original y creativo y perdió su oportunidad. Para gobernar, literal, tuvo que comprar con dinero del pueblo, al pueblo. Se inspiró y emuló el populismo de Hugo Chávez, que continuó Nicolás Maduro y hoy lo hace con Claudia Sheinbaum. Tal vez ve a su “cuarta transformación” más allá del cuarto de siglo que parece ser, duró el chavismo.
Que cosas. Los niños venezolanos que han sufrido todos estos 25 años la miseria y el despotismo, son los que toman las calles y tumban a mazazos las estatuas de Hugo Chávez, porque se niegan con todas sus fuerzas a continuar bajo el yugo del autoritarismo chavista. Sus padres y abuelos los apoyan, porque ya no pueden más.
¿Quién puede con una inflación de 60 por ciento, según el banco central de ese país? Con subidas de precios, nada más en mayo pasado, de acuerdo con el Observatorio Venezolano de Finanzas, de electricidad (18.2 %), agua (16.7 %), aseo y gas (7 % en promedio), televisión por cable (5 %), telefonía celular (14.4 %) e internet (4 %). En México, con una inflación de 4.6 por ciento estamos que nos carga el payaso “Eso”.
Al cierre de esta entrega, y cerca de cumplirse la primera semana tras las elecciones en Venezuela, el Consejo Nacional Electoral, cargado a Maduro -como el INE con AMLO, igualito- seguía sin dar a conocer las actas de votación que demuestran el triunfo del reeleccionista. La oposición liderada por María Corina Machado asegura contar con las copias del 73 por ciento de las actas de escrutinio y que proyectan el triunfo de Edmundo González, con 6.27 millones de sufragios, frente a 2.75 millones para Maduro.
Las protestas han dejado ya más de una docena de muertos y al menos un millar de detenidos, entre ellos el dirigente opositor Freddy Superlano, y todo mundo a la espera de las pruebas, las actas de votación que el CNE sigue ocultando por evidente razón.
López Obrador, callado como momia. Sin una palabra de aliento al pueblo venezolano que es reprimido y masacrado. ¿Dónde está el defensor de los oprimidos, de la democracia, de la voluntad popular? Lo más que ha hecho, pero por su cuate Nicolás Maduro, es pronunciarse junto con Brasil y Colombia para que el Consejo Electoral de a conocer de manera expedita y públicamente, los datos desglosados de las votaciones.
Con mi pesar, me quedo con esas dolorosas imágenes de la generación del chavismo; los bebés y niños que crecieron sin oportunidades de estudio y ni de empleo, entre enfermedades, miseria en el hogar y violencia en las calles. Sin presente ni futuro. Venezuela hoy, nos abre una ventana por donde ver lo que nos espera con la 4T, el legado de López Obrador, una copia vil de Hugo Chávez…
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Pero el ridículo mayor, el insuperable -y hay que decir que fueron muchísimos “panchos”, “osos” en el sexenio-, sin duda es Ismael el “Mayo” Zambada.
Ya es irrelevante si lo traicionaron o lo amarraron como puerco para llevárselo a Estados Unidos en flagrante violación a la soberanía de México. Hay que ver los dibujos de la audiencia de ayer en la sala 522 de la Corte de Distrito Oeste de Texas, para entender qué pasó el jueves 25 de julio. Un viejo cansado, enfermo, en silla de ruedas que ya quiere terminar en una prisión estadunidense porque aquí lo matan antes de morirse.
El “Mayo” y el gobierno de Joe Biden exhibieron al Presidente de México que termina mandato en dos meses, como un total incompetente. Tiznó hasta el hastío a Felipe Calderón, con Genaro García Luna; a él le registra ya la historia la “mancha” de la salida del país del capo de capos, el inatrapable Ismael Zambada y todo lo que habrá de declarar.
Pero lo más grotesco, es el papelazo de Rosa Isela Rodríguez, la secretaria de Seguridad Pública que no sirvió más que para los informes de seguridad, y que será la secretaria de Gobernación de la primera presidenta.
Si la periodista y escritora Anabel Hernández no se equivoca, no solo habrá cambios en la estructura interna del Cártel de Sinaloa, sino que también provocará una sacudida al sistema mexicano, no solo por la supuesta cercanía de Ismael Zambada con López Obrador y el presunto financiamiento de las campañas de 2006, 2012 y 2018, sino con todos los políticos, empresarios y gobernantes que se beneficiaron de su poder durante tantos años y de todos los colores.
Pero esta historia apenas comenzará. Lo que es seguro e irrefutable, que el regordete gobierno de López Obrador ampliado al sexenio de Claudia Sheinbaum, cargará con más “manchas” que una hiena moteada…