Cosa Pública/Celeste Ascencio como Rosario Piedra, un cero a la izquierda en la Comisión de Derechos Humanos del Senado

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Sergio Cortés Eslava

La senadora por Michoacán, Celeste Ascencio Ortega, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Senado, no ha hecho absolutamente algo ante la crisis de los desaparecidos en México y mucho menos ha mostrado empatía para las madres buscadoras. Noroña, el impresentable, es quien ha salido más bien a tratar de descalificar a las que buscan a sus hijos, esposas, esposas, familiares.

Como Rosario Piedra Ibarra, Celeste Ascencio, ha sido un cero a la izquierda en la Comisión de Derechos Humanos que preside.

Seis años como diputada federal por Michoacán, sin mayor trascendencia, gris, opaca y ahora serán otros seis años iguales, sin siquiera defender a sus paisanos que desplaza el crimen organizado, sin demandar al gobierno que la cobija, el de Claudia, mayor seguridad para Michoacán.

Tampoco se le ha escuchado abordar el tema de los cientos, porque son cientos, de mujeres asesinadas en Michoacán en el gobierno de Bedolla, mostrando con ello la insensibilidad que caracteriza a los legisladores de Morena que solo llegaron al poder para lucrar con el discurso de primero los pobres.

Y ahora grita a quien quiera escucharla, como otras y otros, que es amiga íntima de Claudia y que ella será la candidata a la gubernatura de Michoacán «por todo lo que ha hecho por Michoacán».

Por Marx, ella preside la Comisión de Derechos Humanos del Senado, ella debe salir y atender a las madres buscadoras que clausuraron de manera simbólica la entrada al Senado de la República para reclamar “su falta de compromiso con los familiares de personas desaparecidas” luego de que presidente de la Mesa Directiva del recinto, Gerardo Fernández Noroña, negó que la crisis de desapariciones en México sea sistemática.

¿Y Ascencio…? Agazapada, oculta, escondida para mejor no abordar estos temas que para ella no son importantes y mejor aplicar el manual de Morena, que eso sí le sale bien: mentir, mentir y mentir hasta que la mentira sea una verdad.

Ese es el nivel de los legisladores que fueron votados en Michoacán y que durante años han vivido de mamar y bien, del presupuesto de los que sí se friegan todos los días para medio vivir.

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