Catalina Alférez
No es cierto, las autoridades del virreinato de Valladolid que fueron electas en el mes de julio del año pasado, estaban conscientes de la situación que conllevaba una serie de expectativas, cambios de régimen, una nueva organización y lo mejor de todo: la gran promesa de asegurar el patrimonio, la seguridad y la vida de los vallisoletanos.
El nuevo virrey, Poncho “el Sabio», Marqués de Tres Marías y Conde de Altozano, fue quien resultó elegido para llevar los destinos del territorio. El nuevo jerarca, ya tuvo un periodo previo como gobernante de este Valle de Guayangareo por lo que, sabedor de las necesidades de la gente, prometió una serie de beneficios y dádivas para los timados ciudadanos de Valladolid.
Una de las grandes promesas adquiridas para llegar al poder, fue la vigilancia y seguridad de la demarcación, labor para la cual se requería a un alguacil mayor que conociere todos los confines y rincones de esta ciudad. Una persona sabedora que la seguridad del territorio va desde el barrio más humilde hasta los rimbombantes vecindarios donde habitan los poderosos encomenderos, pero otro fue el destino. El Virrey Poncho se decidió por un alfeñique con constantes cambios de personalidad, con afanes protagónicos de un inquisidor hambriento de poder y con una eterna aspiración a gobernar esta ciudad teniendo como única experiencia el haber sido un simple alguacil menor de una aldea del Reino de la Nueva España que apenas es conocida en el orbe.
Este bufón de la seguridad, el Inquisidor Alejandro, lo único que ha realizado hasta el momento es echar a perder las esperanzas de seguridad de los vallisoletanos y no sólo de ellos, sino también de los serenos, sí, los ciudadanos dedicados a la vigilancia y el orden de esta ciudad y que han caído en un régimen de anarquía derivado de las excentricidades de este advenedizo personaje.
Estos últimos, los serenos, depositaron una esperanza genuina de cambio en el ahora virrey, hoy en día han sido los más afectados y obligados a cumplir con cuotas ridículas para pregón de los falaces resultados positivos del ex Inquisidor de Colima, tanto así que multan a cualquier carruaje o carreta y hasta a las mulas, aunque éstas estén bien amarradas. Inclusive, muchos de estos serenos, han llegado al grado de sacrificar su estancia dentro de las fuerzas del orden, huyendo de las ocurrencias y locuras que el Inquisidor Alejandro ha fijado como “metas”, las cuales por supuesto han sido números que no coinciden con la realidad de lo que sucede en la otrora Señorial Valladolid.
El Inquisidor Alejandro, rodeándose de una corte de edecanes, camarlengos y bufones, han desorganizado aún más al cuerpo de Serenos. Han colocado metas irrisibles, no hay orden o estrategia para erradicar salteadores de caminos o ladrones de barrio y sí en cambio, hay una serie de irregularidades que no deberían de ocurrir. Ante esta avidez de poder, de campaña permanente en la búsqueda de poder y control, han olvidado la labor esencial para la cual fueron colocados en esa posición.
¿El Virrey Poncho “El Sabio”, estará enterado del descontrol y desorden en la cual ha sumergido el Inquisidor Alejandro al grupo de vigilantes?
Semana con semana, este Sereno, les estará informando de las peripecias del Virreinato de Valladolid…
Espere las noticias con el Pregón de la Seguridad del Virreinato de Valladolid…