Blanca Piña
Senadora de la República
¡Estamos viviendo un cambio de época! El orden geopolítico unipolar advenido con el Neoliberalismo a principios de la década de los 90 del siglo XX se desmorona.
Los síntomas son variados pero claros. Importantes economías emergentes han impulsado una cruzada contra el dólar.
Venezuela, Arabia Saudita, Irán o Rusia, países que concentran las reservas mundiales de petróleo y gas, han acordado comercializar sus energéticos en yuanes o monedas nacionales y no dólares.
En abril de 2023, después de la visita de Lula a Beijín, China y Brasil, segunda economía mundial y la primera de América latina, acordaron abandonar el dólar en sus intercambios.
La política estratégica de paulatina sustitución del dólar en las transacciones internacionales es un hecho, y amenaza con derribar la hegemonía del dólar y con ello la capacidad de Estados Unidos de imponer sanciones.
Otro factor del cambio de época es la crisis energética. Se estima que las reservas de petróleo se agotarán en la primera mitad del siglo XXI, amenazando con desmoronar la economía mundial dependiente de la industria de combustibles fósiles, particularmente los transportes y la petro-agricultura.
La crisis energética ya deja su huella. La guerra entre Estados Unidos y Rusia en Ucrania, ha encarecido el costo de los energéticos con lo cual Alemania, locomotora del desarrollo de la Eurozona, a entrado formalmente en recesión económica en el primer trimestre del 2023.
Otro síntoma del cambio de época es la relocalización de las cadenas mundiales de producción o nearshoring.
Las tenciones geopolíticas entre China y Estados Unidos, ha estimulado la tendencia mundial hacia una paulatina política de desglobalización por medio de la separación económica entre las dos principales economías del mundo.
Este proceso consiste en la relocalización de las cadenas de suministro dentro del espacio geopolítico controlado por Washington y una lenta pero constante ruptura de las relaciones económicas con China.
Con lo cual se busca crear una especie de bloque comercial que incluya a los países políticamente amigos y que implique cortar los lazos económicos con los países no aliados.
La nueva relocalización productiva implica ubicar segmentos de estas cadenas en México tanto para eliminar la dependencia estadounidense de las manufacturas chinas, como para evitar el pago de un encarecido flete marino.
Existen otros factores como la crisis alimentaria provocada por el cambio climático, las crecientes tenciones militares entre potencias regionales y el ascenso del fascismo y la ultra derecha.
Ante un mundo que se convulsiona es importante preguntarse ¿cuál es el papel de México en este nuevo escenario mundial? ¿cómo lo aprovechamos para mejorar el nivel de vida de millones de trabajadores y trabajadoras?
El cambio de época es el reto que enfrentará el próximo presidente de México, de ahí la importancia histórica de las elecciones del 2024.
Este contexto exige un perfil que sepa navegar en los nuevos tiempos y que, sobre todo, logre colocar al país no como uno subordinado al proceso, como sucedió con el neoliberalismo, sino como un actor clave, como protagonista mundial en la configuración de un mundo cada vez más multipolar.