Sergio Cortés Eslava
«Michoacanos, vivan los héroes que nos dieron patria, vida Hidalgo, viva Allende, vida Morelos, viva México, viva Michoacán».
De pronto la explosión, el sonido seco, fuerte, vibrante; al mismo tiempo los gritos de júbilo, de alegría que se confundieron con los gritos de dolor, de sangre, de muerte.
De fondo, en medio de todo este mar de sonidos, la música del mariachi animaba el festejo del 15 de septiembre, del Grito de la Independencia: «…caminos de Michoacán, y pueblos que van pasando, si saben en dónde está, por qué me la están negando…».
Treinta mil almas inundaban el Centro Histórico de Morelia y disfrutaban de la noche en que se sienten más mexicanos. Desde el balcón central de Palacio de Gobierno, Leonel Godoy Rangel, el mandatario, observaba complacido a la muchedumbre. Era su primer Grito y todo apuntaba a que había salido bien. Así se veía su rostro, con una media sonrisa, como acostumbra a sonreír. La gente invitada también se divertía y ya solo faltaba que el gobernador tomara la iniciativa para bajar a cenar los antojitos mexicanos preparados y que ya esperaban en el patio central de Palacio.
Desde los balcones del colonial edificio la gente comenzó a observar movimiento frente a ellos, a un costado de catedral y del asta bandera; la gente comenzó a abrirse y despejar un perímetro amplio; del micrófono del templete donde estaba el mariachi, se escuchó la voz que pedía despejar el área, que había ocurrido un incidente. Camarógrafos que estaban sobre la avenida Madero, debajo de los balcones de Palacio, se abrieron paso entre las vallas metálica mientras que fotógrafos y reporteros que cubrían al gobernador comenzaron a salir del edificio para acudir al lugar del percance.
Poco a poco fluyó la información, los rumores, las voces: explotó una granada y hay muertos, heridos, hombres, mujeres, niños. El ulular de las sirenas comenzó a escucharse cada vez más cerca mientras que elementos de Protección Civil ya atendían a los heridos por lo que se confirmaría minutos más tarde, de la explosión de una granada.
El castillo, los fuegos pirotécnicos se encendieron y se escuchaban más bombas, pero ya la atención del gobernador no estaba en el lugar y dejó el balcón para refugiarse en el salón de recepciones con sus colaboradores que le acercaban minuto a minuto más datos.
También minuto a minuto comenzó la desbandada de invitados: el pozole, las corundas, los tamales, los uchepos, las tostadas, se quedaron en las cazuelas; el uisqui fue guardado, sólo algunos abusados alcanzaron algunas copas de tequila.
Para la doce de la noche, ya se había confirmado que al menos cuatro personas estaban muertas y 24 heridas por las esquirlas de la granada, pero después en Palacio de Gobierno llegaría la información que había más detonaciones en Madero y Quintana Roo, donde otra persona perdió la vida.
Minutos antes de la una de la mañana ya del 16 de septiembre, decenas de periodistas esperaban en el pasillo superior de Palacio de Gobierno, que saliera Leonel Godoy a dar a conocer la postura oficial; primero salió Armando Machorro Arenas, desencajado, y solo informó que el mandatario daría a conocer en breve su mensaje.
El mensaje fue breve, sí, pero el semblante de Godoy lo decía todo.
Se suspendía el desfile cívico militar del 16 de septiembre.
Más tarde, ya en la mañana del 16, el gobernador de Michoacán, Leonel Godoy, confirmó que las autoridades recibieron amenazas de posibles atentados, pero en Lázaro Cárdenas y Huetamo, durante la noche del grito, además de que también podrían suscitarse durante el desfile «para lo cual nos habíamos preparado», dijo.
Godoy Rangel calificó los hechos como un «atentado terrorista» sin que se tengan indicios de quién o quiénes sean los responsables de las ocho muertes y de más de cien heridos y dejó ver que fue el crimen organizado el autor del multihomicidio.
De acuerdo con su versión, explicó que testigos de la plaza comentaron que un señor vestido de negro y robusto presuntamente aventó una granada «y hasta fue a decir que lo perdonaran por lo que había hecho»; también una testigo narró que «le pegó en la cara a su cuñado una bola de fierro».
También narró que a la hora de los hechos, se creyó que era un cohetón, incluso cuando ya se tenían heridos, «pero cuando sospechamos que se trataba de algo distinto fue cuando nos enteramos de que había ocurrido algo similar cuadras adelante».
Más tarde, la Procuraduría General de Justicia de Michoacán difundió los nombres de las personas que murieron por la explosión de granadas en el centro de Morelia:
· Elisa Guerrero García
· Alfredo Sánchez Torres
· Carmen Liliana Rico Urbina
· Marta Quintero Brandila
· Gloria Álvarez Bautista
· María del Pilar Navarro Mendoza;
· y una persona de 65 años no identificada.
· y un nombre más que no ha sido difundido
Ya en la ceremonia en el busto de Don Miguel Hidalgo, la única ceremonia que se realizó, el gobernador declararía el 15 de septiembre Día de Duelo Estatal y ordenaría que en todos los municipios, ondeara la bandera nacional a media asta.
También el presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, moreliano de paciencia, emitiría desde la ciudad de México su más enérgica condena al atentado en Morelia.
En uno de los discursos más duros que ha pronunciado en contra de la delincuencia organizada, el presidente Felipe Calderón advirtió que se equivocan aquellos que pretenden infundir temor con sus acciones a los mexicanos y por el contrario advirtió que se encontrarán con la fuerza del Estado para vencerlos.
El mandatario que encabezó la ceremonia del 198 Aniversario de la Independencia de México, dedicó la mayor parte de su discurso a convocar a la unidad de los mexicanos a fin de no permitir que el crimen organizado infunda miedo a la sociedad.
«En nombre de la República demando en esta hora crítica la unidad» y exigió dejar las acciones que buscan dividir a los mexicanos porque explicó que aún hay quienes quieren ver desunión y división en la patria.
Acompañado por el gabinete legal, el mandatario dijo que en «este día de fiesta nacional hay cobardes quienes se esconden en el festejo patrio para convertir el gozo en tristeza y la fiesta en luto».
Con una larga lista de descalificaciones, Calderón criticó los hechos ocurridos la noche del 15 en Morelia donde fallecieron ocho personas y más de un centenar resultaron heridas por el lanzamiento de dos granadas durante los festejos patrios.
Calderón llamó a quienes cometieron este acto en Morelia «asesinos sin escrúpulos» pues atentaron contra inocentes en un acto en el que calificó de execrable; sin embargo, sus señalamientos fueron más allá y los acusó de ser traidores a la patria y cobardes porque así actúan al esconder su rostro. Son, agregó miserables por su manera de actuar en contra de la gente.
El titular del Ejecutivo lanzó una enérgica convocatoria a dejar ya de lado aquellas acciones que solo siembran encono, rencores y división en la sociedad y llamó a los mexicanos a unirse en lo que calificó es la hora crítica del país.
Están dijo el mandatario condenados al fracaso los que pretenden intimidar a la sociedad porque son enemigos de México y sobre ellos aseguró que actuará contra ellos todo el poder del Estado.
En Morelia, la mañana y tarde del día 16 ya no fue igual para nadie; había miedo y las calles lucieron solas.
En Morelia, para los morelianos, para los michoacanos, ya nada sería igual.