Isidro Galicia/ Politics
Tras el acto político del 18 de marzo en el Zócalo, Andrés Manuel López Obrador dejó varias aristas, pistas y escenarios abiertos en lo concerniente a la sucesión presidencial.
Para Obrador la decisión está tomada, al menos eso dejó delineado en su discurso político. Es Claudia. Los atributos, cualidades y perfil de la jefa de Gobierno de la CDMX cumplen con los requisitos sucesorios y de lealtades, que exige el periplo político denominado 4TA transformación.
Pero, dentro de la pieza oratoria de Obrador y la lógica de sus argumentos dejaron abiertos escenarios que podrían constituirse,en el futuro, como condicionantes que induzcan y orienten la decisión hacia Marcelo Ebrad o en un caso inesperado, por Adán Augusto.
Es probable que a Obrador nadie le imponga la decisión de elegir a su relevo en Palacio Nacional; en el marco de la expropiación petrolera, Claudia es la elegida.
Pero en política la buena voluntad de hoy no garantiza la buena voluntad de mañana. Los tiempos del clima político de aquí a la elección del candidato (a) presidencial de Morena, se encuentran sumergidos en múltiples riesgos internos y externos, propiciados por los propios desaciertos de gobierno del presidente.
Hoy la decisión ya la tomó. Pero aún podría cambiar de opinión motivado por las propias circunstancias. La historia sucesoria aún está inacabada.