Jorge Hidalgo Lugo
No hubo sorpresa alguna, ni para quienes creyeron de manera ilusa que cambiaría el trato que le dispensa a sus (des)gobernados una vez consumado el fraude electoral que asoma poco a poco por la manipulación a los algoritmos que le permitieron pronosticar desde siempre, que esta elección la ganarían por 35 millones de votos y que fue alarde por igual de su mascota consentida.
Desde el tristemente célebre 1º de diciembre de 2018 en que se consumó la traición de Enrique Peña Nieto para pactar la entrega del poder a cambio de impunidad a la fecha, con raras excepciones, Andrés Manuel López Obrador mal utilizó los recursos públicos manejados a su arbitrio, para insultar, agredir, satanizar, escupir veneno sin recato alguno desde la marranera que institucionalizó para tal fin.
Nadie se salvó de la obsesión patológica de un desquiciado que presume ser demócrata, pero se dio el lujo de defender las dictaduras y sus atropellos en Venezuela, Cuba, Nicaragua o Bolivia.
Líder en el empobrecimiento masivo de mexicanos como nunca antes en la historia reciente, amén de saquear las arcas públicas con sus ansias incontrolables de trascender en la historia, por igual el falso redentor de Macuspana presumió de encabezar un gobierno “humanista”, lo que se demuestra sin duda con el México ensangrentado que deja luego de haberlo entregado al crimen organizado, sin recato ni consideración alguna.
Los 94 mexicanos que cada 24 horas se han ejecutado en promedio durante los 2 mil 089 días trascurrido con este miserable al frente del narco país en que ha convertido a México con sus abrazos y no balazos, hablan por sí solos del humanismo ramplón que sólo los descerebrados y convenencieros le aplauden como focas, aunque callen como momias.
Claro está que los 195 mil 047 ejecutado por la complicidad criminal del narco gobierno hasta este martes 20 de agosto, no han sido suficientes para que la cicuta o arsénico que dispersa con sus salivazos incontenibles, alcanzara alguna vez siquiera, no lo intentó al menos, tocar ni con el pétalo de sus infestadas rosas a los capos criminales, socios comerciales que pasearon impunidad total y absoluta antes, ahora y también después, aunque debidamente protegidos desde La Chingada, a donde dice irá a reposar, a disfrutar de lo mal habido, festinar el daño ocasionado a los mexicanos.
Todos pasaron por el señalamiento soez, artero, sin pruebas en la inmensa mayoría de los casos, pero que por igual alcanzaron a empresarios, madres buscadoras, deportistas, feministas, medios informativos, periodistas no alineados y todo aquel que desde su personalidad revanchista, tuvo al alcance de la mira.
En cambio, el que se siente ejemplo mundial de probidad, de honestidad intelectual, de congruencia, estuvo presto a salir en defensa de quienes fueron exhibidos en actos de corrupción, abusos de poder, tráficos de influencia, saqueadores voraces, para quienes tuvo siempre palabras de aliento, de enorme respaldo e impunidad porque según su papel de gran juzgador, que también usurpó, eran, son y serán víctimas de “persecuciones políticas”.
Varas diferentes para medir desde su inmaculada investidura presidencial y aplicando a su promiscua manera, la máxima juarista de a los amigos “justica y gracia” y a los enemigos, “solamente justicia”.
Por eso no debe sonar extraño que a lo dicho por el Mayo Zambada en su carta inicial donde detalló pasajes de su secuestro-traslado a la Unión Americana, de inmediato López Obrador fue a Sinaloa a respaldar al cuestionado y cuestionable gobernador Rubén Rocha Moya, para junto a su títere, brindar ese enorme abrazo solidario al compañero del Cartel de Morena, acusado sin fundamentos, víctima de la “persecución política” que tanto gusta de invocar en casos como éste.
En cambio, y como para guiñar un ojo o los dos, a la DEA, FBI, congresistas y gobierno de Joe Biden en su totalidad, López Obrador dio la orden a su lacayo caído en desgracia, fraguara un distractor para aminorar la presión que se ejerce todavía en este caso aún no cerrado para su desgracia y tuvo que cortar la cabeza de Sara Bruna Quiñónez al frente de la Fiscalía sinaloensel.
Esto como resultado ante la evidente alteración en los resultados de la indagatoria del ejecutado Héctor Melesio Cuén a cuyo hijo había por igual girado orden de aprehensión por presunto desfalco en la Universidad de Sinaloa, no por “persecución política”, claro está.
Balconeo, por cierto, ejecutado por la fiscalía federal a las órdenes del tabasqueño, como para que se diga que hay firmeza en el mando.
Y vinieron de golpe los casos de Javier Corral y (Lana) Gabriela Guevara, a quienes por igual,en su papel de defensor de oficio, López Obrador exoneró de cualquier responsabilidad y para no dejar dudas, insistió en que ambos son objeto de “persecuciones políticas” por esos malhadados que aún no aceptan que México pertenece por entero a Morena y su dueño, para lo que ya adiestra magistralmente a su mascota de lujo dar perversa continuidad.
En cambio, el incontenible instinto como la naturaleza del reptil venenoso en busca de enterrar sus filosos colmillos a la víctima del día, ahora se solazó de encontrar su visceral desfogue en los trabajadores del Poder Judicial. No magistrados, no jueces, sino a esa muchedumbre que busca perjudicar y que no pertenece a la clase de los togados, para soltarles el epíteto de “paleros de la corrupción” por el hecho de protestar en defensa de sus derechos laborales que están por perder ante el nuevo atropello de poder a su cargo.
Insulto que claro está no cabe para sus hermanos pillados recibiendo dinero en sobres amarillos, ni a sus hijos, dinastía depredadora igual que el padre, fieles a la extirpe, presionando para que a sus amigos, socios, presta nombres y demás figuras, les entregaran obras multimillonarias convirtiendo en un festín de lobos, esta danza donde el tráfico de influencias y el amiguismo, son ya parte del sello indeleble del narco gobierno por igual.
Así en los 5 años 8 meses y 21 días transcurridos de este ensangrentado mandato entregado a los grupos criminales, lo que menos debe impresionar, siquiera sorprender, es que también en su tiro al blanco matinal, López Obrador haya colocado por igual a los integrantes del Consejo Coordinador Empresarial por la osadía de protesten contra la asignación de diputaciones plurinominales que favorecería a Morena y aliados, mejor conocida como sobre representación.
“Es una actitud completamente inmoral, eso no ayuda a limpiar de corrupción al país, eso no le ayuda a México, es un mal ejemplo lo que están haciendo”, dijo contra la clase empresarial.
Pero en cambio enmudeció como momia ante el embate del crimen organizado contra productores de limón en el Valle de Apatzingán, pese a que montó la farsa de encabezar una reunión a puerta cerrada en Morelia, acompañado de su marioneta consentida y el impresentable Alfredo Ramírez Bedolla, señalado por sus presuntos nexos con quienes realmente gobiernan Michoacán desde la delincuencia organizada.
Si a consideración de López Obrador quedarse callado ante los amagues que de inmediato hizo el líder criminal conocido como El Botox, dejando en claro que en sus dominios y negocios nadie se mete, ¿le ayuda a México y no es un mal ejemplo?, entonces se entiende que hasta el momento Michoacán sea un trofeo de caza más que ostentan en sus vitrinas los narco aliados de este narco gobierno.
Vale…