Rueda de Molino/Millones de mexicanos pegan al ego del autócrata

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Jorge Hidalgo Lugo

No podía esperarse más que una reacción furiosa, una rabieta de pronóstico reservado y ese derrame de líquido biliar que incontenible, salpicó a los asistentes en la mañanera del lunes, luego de la marcha dominical donde la sociedad civil organizada sin pastores ni figuras predominantes, salió a manifestar su valiente y público rechazo a la destrucción del país que comete Andrés Manuel López Obrador y su enfermizo abuso del poder.

Su incontinencia verbal, esa carencia de conectar el cerebro con la lengua, provocó que surgiera desde lo más hondo de su visceralidad el insulto para tratar de mitigar el efecto mediático que lo cimbró y tiene contra la pared, pese a los miles de millones de pesos desperdiciados en sostener una clientela electoral inanimada y servil, a cambio de la dádiva que se presume, compra conciencias y pone su voluntad a los pies del tirano.

Incapaz como ha sido siempre de argumentar con ideas y ejemplos comprobables que él es el dueño de la razón absoluta, el patético energúmeno intentó minimiza la marcha multitudinaria para defender al INE con el disparate de ser producto de un “striptease político”.

Sin salirse del estilo pendenciero y bravucón, el falso redentor no sólo intentó restar importancia a la multitudinaria manifestación contra una propuesta de reforma y repitió hasta la saciedad que se trató de una protesta “racista” y “clasista”.

Como si se tratara del redil de ovejas que se sienten obligados a recibir regaños e insultos sin replicar, el responsable del desastre que hoy vive México, usó el paredón mañanero para fustigar a los que en cambio, hicieron uso de un derecho que parecía adormecido y a punto de extinción: la libre manifestación.

“Lo del INE fue una excusa, una bandera, pero en el fondo los que se manifestaron ayer lo hicieron en contra de la transformación que se está llevando a cabo en el país, lo hicieron a favor de los privilegios que ellos tenían antes del gobierno que represento”, sentenció autoritario.

Y en su denuesto, encontró la respuesta que puede ser el resorte motivador para que esas decenas de miles de personas que marcharon el domingo en 63 ciudades, de 4 países, con total civilidad y apego a ley, sin acarreados, sin pintas ni daños a monumentos o inmuebles, respetando a terceros, a fachadas, a vidrieras de establecimientos comerciales, ausente el saqueo a comercios, como tampoco convocatorias para acudir a ver al grupo musical de arrastre arrollador, a manera de anzuelo para ensanchar la convocatoria. Todo esto le pasó de noche.

Porque a falta de líderes visibles, de personajes públicos centrales, el despertar del México aletargado y adormecido que se pretendió prolongar hasta después de los comicios del 2024, salió del sopor y lo mismo familias enteras, mujeres, hombres, jóvenes, grupos de la diversidad sexual, religiosos, miembros de la tercera edad, con discapacidades motoras, pero con un común denominador: amor y defensa de un país que ya se dieron cuenta va al colapso por la tiranía que se esconde en el populista Morena y su dueño.

Por eso defendieron de manera pacífica a su país, alzaron la voz para no permitir que el futuro de sus hijos, nietos, próximas generaciones, sea una porquería como hoy son Cuba o Venezuela y por eso no les importo tampoco pagar sus traslados, el costo de cartulinas, banderas y pedazos de tela donde plasmaron consignas contra el gobierno represor, antidemocrático y soberbio, que sólo atinó a entender que esos millones de mexicanos formaron parte de un “striptease político” de sus oponentes.

La herida al ego del autócrata lo mostró en su real y patética dimensión, al acusar a esos miles y miles de mexicanos como cómplices de quienes están a favor de la corrupción, porque “lo hicieron a favor del racismo, a favor del clasismo, de la discriminación, ese es el fondo”, lanzaría en su enésima tarascada.

Peor para su intento de mostrarse despreocupado o incómodo, porque los 100 mil que él mismo invocara como reto para entonces sí irse a “la Chingada”- como bautizó a su retiro en Palenque, Chiapas-, cuando alardeó que los asistentes que se multiplicaron más de 10 veces a la cifra por él impuesta, no fueron tantos como los que inteligencia militar y especialistas en medición hicieron, superando la cifra del millón de asistentes.

“No participó mucha gente”, se burló sin la convicción de días atrás y dio paso a la cuestionada cifra que le pasaron sus asesores habrían llegado a esa marcha, nada más en la capital del país: “50 mil ó 60 mil los participantes en la marcha”, alardeó.

Ridículo y falsario como las propias autoridades de la Ciudad de México con Martí Batres a la cabeza, que salieron a las redes sociales para difundir que la asistencia había sido de entre 10 mil y 12 mil personas.

De esta manera, el clasista que vive en Palacio Nacional y tiene a sus hijos viviendo con lujos principescos en el extranjero, no entendió el mensaje y en cambio se mantuvo firme en la estrategia de atacar, acosar, ser ese irredento agresor que coloca epítetos como: fifí, conservador, neoliberal, corrupto, sin mostrar nunca pruebas y menos haber llevado a juicio a nadie por sus florituras discursivas, cada vez menos creíbles hasta por los que se sienten obligados al recibir las limosnas populistas que les prodiga.

Pero al margen de si fueron menos o más quienes enseñaron a políticos y partidos entreguistas, traidores y promiscuos, es que la sociedad civil dio una realidad medible y que es objeto de la satanización de este presidencialismo imperial.

No está México entregado al proyecto tiránico que persigue López Obrador y sus abyectos legisladores, gobernadores y serviles adláteres.

Hay muchos más pensantes y sensibles dispuestos a hacer valer sus derechos por la vía pacífica y democrática como se mostró en la marcha dominical.

Falta ahora que lo entiendan los que tienen tentaciones de seguir traicionando al pueblo, éste sí bueno y sabio que se manifestó en multitudes, porque de lo contrario serán rebasados y sus restos que no descansarán en paz, estarán sin duda destinados a ser manjar para gusanos en el basurero de la historia.

Por esa demostración y el parteaguas que provocaron con su vigorosa y gallarda actitud, a todos los manifestantes, un enorme abrazo, un reconocimiento sincero y felicitación a granel, porque hoy como nunca se demuestra que no todo está perdido y en el 2024 nos volveremos a mostrar con igual o mayor determinación y entusiasmo, porque México lo vale, lo necesita, lo merece.

Vale…

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