Jorge Hidalgo Lugo
Inmersos en la mezquindad que les provoca una suerte de obnubilación, de debilidad mental irresponsable, transitan los llamados partidos de oposición y sus diezmados dirigentes en todos los niveles, mientras Morena camina firme sobre los despojos que van dejando sus atropellos y abusos de poder, con el ariete Andrés Manuel López Obrador destruyendo instituciones y leyes, las que da trato de papel sanitario en su lujosa residencia de Palacio Nacional.
Así mientras que el aparato de Estado sigue su paso inexorable en busca de apoderarse de los órganos electorales y regresar a los tiempos en que el partido en el poder jugaba a la democracia con un autoritarismo impecable, los partidos tradicionales van desperdiciando el descontento creciente de la clase media y millones de mexicanos más, que viven angustiados por la debacle que va dejando la tiranía de la mediocridad en territorio nacional.
Terreno patrio todo, donde los únicos logros visibles son el incesante número de ejecutados a cargo del crimen organizado, ese aliado efectivo y nada silencioso que camina de la mano presidencial con total y absoluta impunidad, bajo la estrategia inalterable de los abrazos, no balazos.
Y aun cuando Morena y su dueño dan evidencias por demás claras y significativas que para ellos lo único que importa es conservar el poder presidencial a costa de lo que sea -hasta utilizar, de ser preciso, la bota militar que sojuzgue y aniquile disidentes-, los que se llaman opositores pelean los mendrugos de poder que aún les quedan, como si se tratara de tesoros personales que no están dispuestos a perder.
Así podemos ver en el día a día cómo los cuadros dirigentes del PAN, PRI y Movimiento Ciudadano, hacen gala de arrogancia insultante bajo la pretensión de ser quienes decidan los qué y los cómo, en la contienda por venir el año entrante. Del PRD poco se puede decir, porque ha sido relegado a un rincón desde donde semeja al invitado de piedra que asiste, pero nadie toma en cuenta.
Sin capacidad de comprender que la sociedad civil molesta -y por citar al clásico guanajuatense, visiblemente apanicada-, se desespera por no vislumbrar en el horizonte a esa figura que enarbole, de cause a la rebeldía e inconformidad creciente, generada por los excesos de Morena y sus secuaces, convertidos en auténticos jinetes del apocalipsis que sin exagerar representan como nadie la Guerra, el Hambre, la Peste y la Muerte.
Para Marko Cortés (PAN), Alejandro “Amlito” Moreno (PRI), Dante Delgado (MC) y muy detrás, Jesús Zambrano (PRD), lo que prevalece es una suerte de egolatría insufrible, pero se consumen a fuego lento en su hoguera de vanidades cuyo vencedor, creen, tendrá mano en la decisión de las candidaturas a sembrar el año próximo, sin detenerse a ver que están al borde del precipicio, que son artífices de la desaparición de esos mismos partidos que mal representan, ante la mirada complaciente y cargada de cinismo perverso del opresor tabasqueño.
Lo más lamentable es que todos ellos saben que se necesitan unos a otros para sobrevivir y hasta tener refugio anti aéreo de llegar a necesitarlo en el bombardeo que sufrirán sus respectivas parcelas personales, porque en su actitud patrimonialista y anacrónica, no ceden paso a los acuerdos que son impostergables para subsistir en un régimen que acaba con la democracia y decapita libertades, tendencia imitativa de los regímenes a los que venera el mesías de Macuspana como se vio ahora que rindió honores al dictador cubano, con la entrega del “Águila Azteca” como antes arropó al de Venezuela, Bolivia, Nicaragua y los que le ordenen en el tristemente célebre Foro de Sao Paulo.
Arrogancia en el uso del poder que blande sin opositores que salgan al paso y por el contrario, libran sus propias luchas por demás estúpidas y estériles, lo que facilita el transito al Maximato que proyecta con su “corcholata preferida” a la cabeza.
Esa mujer, que a imagen y semejanza de su titiritero, está destinada a obedecer servilmente las indicaciones que le mande desde “La Chingada”, si es que cumple una de sus miles de promesas de irse a descansar a ese rancho ubicado en Palenque, Chiapas.
La responsable de los estropicios y muertes que como saldo arroja el robo de recursos destinados al mantenimiento del Sistema de Transporte Colectivo y otros que se han ido a los sobres amarillos del Cash que simbolizan la corruptela obradorista, lo único que podrá esperar es que su padrino muera en el trayecto sexenal y así librarse del yugo que desde ahora, la ata a la yunta con que ara en su parcela imperial el destructor de México.
Lamentable papel el de los opositores que entonces se prestan al juego manipulador y destructivo de Morena y su dueño, en vez de colocar a México por encima de sus mezquinos intereses, dejando correr el tiempo que ya no podrán recuperar y, sobre todo, estar a expensas de un milagro que les llegue del firmamento para cambiar el desolador destino que se proyecta en el país, donde quizá lo mejor que puede pasar es que por fin se quede sin rémoras partidistas y volvamos al esquema que tuvo el omnipotente PRI con un monopartidismo imbatible.
Porque es un hecho innegable que a estas alturas, Morena es como la agrupación musical surgida en Ario de Rosales. Porque se les fue el cantante y figura principal, pero se quedaron los mismos ejecutantes para mal gobernar, esos que no llegan aún al hartazgo y saciedad de poder, de enriquecimiento veloz hasta succionar la última gota de sangre, como modernos Drácula, del cuento de terror que hoy se vive en el país.
El terreno entonces ya no es para los partidos y dirigentes comparsas, sino para el asalto total que debe dar la sociedad civil y los liderazgos que de ella emerjan, si aún se quiere rescatar a México de la tiranía obradorista y sus compinches, tanto arribistas del PT, PES y Verde Ecologista, como militares y sus símiles, los capos que encabezan bandas criminales al servicio del Estado.