J. Salatiel Arroyo Zamora
Armando Linares López fue un excelente reportero, inquieto, creativo, hábil para improvisar, audaz y valeroso, de los mejores periodistas que ha aportado Zitácuaro. Hoy duele profundamente que no estará más con nosotros, que sus hijos se han quedado sin padre, su madre sin su hijo, sus hermanos sin él y sus amigos sin su presencia y apoyo, porque siempre fue un ser humano solidario e intolerante con los abusos. Nadie merece que la vida le sea arrebatada por sus semejantes, menos de una forma tan cobarde.
El asesinato de Armando resulta escandalosamente indignante; primero, porque desde antes del homicidio de su compañero Roberto Toledo Barrera estuvo denunciando amenazas dirigidas a los integrantes del equipo de Monitor Michoacán. El día que le arrebataron la vida a Toledo Barrera reiteró públicamente y en vivo el cumplimiento de las advertencias de causarles daño. A pesar de ello, todas las instancias gubernamentales ignoraron el llamado de auxilio y fueron omisas, al no proveerle de los mecanismos de protección necesarios para resguardar su integridad.
Hoy, el gobierno federal arguye que Armando Linares no aceptó someterse a los mecanismos de protección. Situación que es fácil de entender, los ciudadanos informados -como lo estaba él- saben que no se debe confiar en corporación policiaca alguna, pues mientras el presidente de la república reparte abrazos a los criminales, permite que estos (desde el poder político o fuera de él) arremetan a balazos contra los periodistas. Además, la inmensa mayoría de policías en México están al servicio de los grupos criminales o sometidos por ellos, siendo capaces de entregar al ciudadano bajo su custodia a los asesinos.
Si de verdad hubiese existido interés por la seguridad del periodista, al saber que no aceptó escoltas (que hacerlo sería como ponerse en la mira de los asesinos o ser considerado como un acto de provocación), debieron convencerlo y apoyarlo para ser transferido a otra entidad federativa o ponerle vigilancia con discreción, sin que lo notara, ya que resultaba obvio que se encontraba en peligro real e inminente de perder la vida, pues ya había sucedido con su compañero.
También irrita que, a casi tres meses del asesinato de Roberto Toledo el único avance es el aseguramiento de dos motocicletas, y como en este espacio en su momento se afirmó, hoy lo reitero: es lo único que lograrán. Pues no existe voluntad de esclarecer nada, sólo simulan, en lo que pasa la crispación ciudadana, la que tiene memoria corta y la dignidad breve. Al rato se olvida u otro escándalo opacará al primero y se diluye el interés por la transparencia y la justicia.
Igual intentarían hacer con el caso de Armando Linares López. Después de asesinado se ha montado un operativo permanente en su domicilio, donde ya no hay nadie. Al día siguiente arribó a Zitácuaro el Secretario de Seguridad Pública del gobierno de Michoacán escoltado de un insultante, por aparatoso, dispositivo de seguridad personal, como sí en verdad lo mereciera por los resultados obtenidos a favor de la población. Y, como siempre, inició nuevamente el calvario para los habitantes de Zitácuaro y la región, pues con el pretexto de las “investigaciones” se establecieron “filtros” carreteros para hostigar a las personas, se llevaron a cabo cateos e interrogatorios sin la prudencia pertinente, como si el propósito fuese fastidiar a la ciudadanía, para que se exija la salida de las corporaciones del municipio y tener pretexto para no dar resultados.
Pero algo sí es seguro: los autores intelectuales jamás serán detenidos, si acaso se aprehenderá a los asesinos materiales o algunos chivos expiatorios. Pero detener al o los que dieron la orden, es para AMLO como darse un balazo en el pie.
La rabia e impotencia no encuentran palabras para expresarse frente al asesinato de periodistas, cuyas únicas armas, como lo dijo Armando Linares, son un lapicero y una libreta. Ese coraje resulta incontrolable al constatar la indolencia del Estado mexicano, que opta por voltear el rostro y crear cortinas de humo para no asumir su responsabilidad, simulando que esa realidad no existe. Por eso los periodistas michoacanos, en una marcha que realizaron en la capital del estado para exigir justicia, el pasado miércoles, horas después del asesinato de Armando, manifestaron que no quieren más condolencias gubernamentales, la mayoría de ellas atiborradas de hipocresía.
También expusieron que no interesa la solidaridad en redes sociales provenientes de autoridades o representantes populares, exigen que asuman sus responsabilidades y dejen de usar a los periodistas como carne de cañón para sus disputas políticas. Pues los periodistas de cada región del estado se juegan la vida por ejercer día a día ese noble oficio.
PERIODISMO y CONTROVERSIA DIPLOMÁTICA
El asesinato de Armando Linares López se suscita en circunstancias delicadas de controversia diplomática internacional que, de no resolverse a la brevedad, traería consecuencias adversas a la imagen del presidente de la república. A ello, en parte se debe la desesperación por dar solución confiable y satisfactoria al suceso, lo que no será posible, pues los muertos no reviven. Luego entonces, tendrán que dar con los responsables o fabricarlos, de tal manera que resulte creíble.
Al presidente de la república se le han descubierto algunas estrategias controversiales, cómo esas de sustituir los argumentos racionales por agravios e insultos, estigmatizar y desacreditar, usando los espacios de poder en contra de quienes opinan diferente a él o lo critican, haciendo incluso de la mentira un antivalor que juró jamás utilizar (no mentir, no robar, no traicionar). Miente, agrede y se auto victimiza.
En momentos de ofuscación el presidente refleja síntomas de esquizofrenia, se imagina enemigos y agresiones donde no los hay y se refugia en supuestos aliados que sí son perjudiciales, protegiendo a los que masacran a sus gobernados, calificándolos de “bien portados”.
Frente a una exhibición de corrupción, utiliza el enojo, el reclamo popular, culpa al pasado y a quiénes no exigieron lo mismo en aquel momento, como táctica para desconocer datos veraces y hechos que lo comprometan, recurriendo a los reproches, acompañados de sonrisas mordaces, comentarios agresivos y gestos de aflicción, pero no ofrece respuesta, ni asume su responsabilidad, que sirvan para resolver el problema. Usando campañas de odio en contra de sus adversarios, algunos imaginarios, intoxicando con su veneno para agitar a sus seguidores, inyectándoles resentimiento, para con ese respaldo popular evadir la realidad y darle “atole con el dedo” al pueblo bueno y sabio que tanto dice amar. Haciéndose imposible entablar una discusión sensata con él y su gobierno.
Es tal la barbarie y perversidad de nuestro líder nacional, que usa la grosería e ignorancia como instrumentos de indignación. Como lo hizo con su réplica al Parlamento Europeo, llenando de vergüenza y pena ajena a los mexicanos sensatos que creen en la diplomacia como forma de dirimir controversias, sobre todo en el ámbito internacional y con los aliados de México, con quienes nuestra nación signó tratados de colaboración.
Nada más para recapitular, los eurodiputados condenaron las amenazas, acoso y asesinato de periodistas y defensores de derechos humanos en México y el presidente López Obrador, con una pésima redacción, los acusó de borregos, de sumarse a una estrategia reaccionaria y golpista “del grupo corrupto que se opone a la Cuarta Transformación”.
El Parlamento Europeo instó al gobierno mexicano adoptar medidas para que defensores de derechos humanos y periodistas puedan continuar sus actividades sin temor a represalias y sin restricciones. Además, expresaron su preocupación por las duras y sistemáticas críticas formuladas por las más altas autoridades del gobierno mexicano contra los periodistas y su labor, que las investigaciones y criticas deben ser realizadas por los periodistas a los servidores públicos, no los funcionarios escudriñar la vida privada de los comunicadores.
En respuesta, AMLO les contestó: “Si estuviésemos en la situación que ustedes describen en su panfleto, yo no sería respaldado por el 66 por ciento de los ciudadanos, como lo publicó ayer la encuesta de la empresa Morning Consult, que me coloca en segundo lugar entre los principales mandatarios del mundo. Dicho sea de paso, con más aprobación que los gobernantes europeos ¡Para la próxima infórmense y lean bien! ¡Ya no somos colonia de nadie!”
Y a los pocos días asesinan al periodista Armando Linares López, por cuyo gremio el Parlamento Europeo manifestaba su preocupación, solicitaba garantías y exhortaba a López Obrador cediera en su lapidación sistemática. Armando fue abandonado a su “suerte” por los tres niveles de gobierno (municipal, estatal y federal), a pesar de haber denunciado que estaba amenazado de muerte y que semanas antes un compañero suyo había sido asesinando en similares circunstancias.
A Linares se le arrebata la vida, mientras la actividad que realizaba era repudiada por el presidente de la república, y quienes la desempeñan acusados de mercenarios. Mejor el embajador de Estados Unidos, Ken Salazar, lamentó la noticia del asesinato del director de Monitor Michoacán, manifestando el apoyo del gobierno norteamericano a los periodistas mexicanos que defienden la democracia y la libertad de prensa. Expresando así mismo respaldo a las autoridades mexicanas para dar con los responsables y ofrecer justicia a Armando y a su familia.
No recuerdo en la historia de nuestro país una declaración en esos términos del representante de la nación más poderosa del planeta. Por ello la urgencia del gobierno mexicano para atrapar a los homicidas, pues el asesinato del periodista se suscita en un momento de crisis de credibilidad del poder ejecutivo, de pugna con el Parlamento Europeo por las ejecuciones de periodistas y defensores de derechos humanos y el desatino de Andrés Manuel López Obrador de negar esa realidad, que hoy, nuevamente se le lanza en el rostro.
Situación que se agravaría en la conciencia del mandatario (si la tuviese), cuando esa prensa “chayotera”, que agrede a diario, acaba de descubrir que su defendido, el responsable de “procurar” justicia en el territorio nacional, Alejandro Gertz Manero (además de usar el poder de la Fiscalía General de la República para resolver conflictos y fobias personales, manteniendo en prisión arbitrariamente a una mujer de la tercera edad), cuenta en España con bienes inmuebles en la zona más cara de Madrid, valoradas en 113 millones de pesos -según el diario español El País- Luego entonces ¿Quiénes son y de qué lado están ahora los “fifís”, la mafia del poder, los conservadores y neoliberales?