J. Salatiel Arroyo Zamora
Como ciudadanos, no esperemos “transformaciones”, cambios o algo diferente del gobierno, si elegimos a los mismos. De hecho, en Zitácuaro, el 2 de junio, se votó por la continuidad. Aunque ahora representada con las siglas de otro partido. Lo que resulta un tanto peor; porque, además de desleales, los ganadores son ideológicamente oportunistas. A Juan Antonio Ixtláhuac el gobernador de Michoacán lo hizo candidato de Morena, presumiblemente para que sumara votos a favor de Claudia Sheinbaum; pero no fue así, más bien él se benefició con la fuerza y arrastre del partido oficial para ganar la reelección. De lo contrario, hubiese tenido complicaciones para reelegirse, ante la falta de resultados positivos como gobernante.
En Zitácuaro, durante el presente trienio, no se realizó una sola obra de impacto social, ni acciones de gobierno relevantes, que distingan, resalten o dignifiquen a la administración. A pesar de tratarse de un mandatario municipal consentido o favorito del gobernador Alfredo Ramírez Bedolla. Aun así, el municipio, con Toño Ixtláhuac, estando a dos meses de finalizar el ejercicio administrativo, enfrenta problemas no sólo de deudas y liquides financiera, sino además de escases de agua (en una zona captadora de lluvia, que incluso abastece a la CDMX y EDOMEX), pero que sus funcionarios no tienen capacidad de suministrar el vital líquido a niños de centros escolares, como sucedió con la escuela primaria Miguel Hidalgo.
Se padecen deficiencias en materia de salud, particularmente en la atención a pacientes con problemas renales, a pesar de haberse construido una clínica de hemodiálisis, que no funciona, a casi un año de haberse concluido la obra. En tres años no se resolvió el caos que provoca el comercio informal que invade calles, banquetas y otros espacios públicos; al contrario, el desorden creció. Tampoco se atendió la anarquía generada por el transporte público en el primer cuadro de la ciudad.
Ni siquiera el asunto de la basura se trata con diligencia, a pesar de alardear la adjudicación de galardones y premios en dicha materia. Pero la realidad, es que la nuestra, no es una ciudad limpia. Mucho menos como para andar conquistando reconocimientos por ese motivo. Pues en dicho departamento de limpia, hay incluso problemas internos de maltrato a los trabajadores.
Sin embargo, gracias a Morena, Ixtláhuac obtuvo amplia mayoría de votos en la jornada electoral. Pero miles de esos sufragios no fueron obtenidos de manera correcta, no son bien habidos. Y de haberse impugnando e investigado, hubiese tenido serios problemas legales. Resultando sorprendente (por no decir “extraña”) la apatía y omisión de los candidatos y partidos opositores al respecto. Pero esa, ya es otra historia.
Lo cierto, es que difícilmente Juan Antonio Ixtláhuac Orihuela concluirá su nuevo periodo de gobierno. Sus planes son otros y la alcaldía sólo le representa un trampolín y fuente de financiamiento.
TOÑO IXTLÁHUAC VA POR LA GUBERNATURA
Su objetivo es la gubernatura de Michoacán, pero antes debe ser candidato, y para lograrlo, necesita más dinero y las arcas municipales son generosas para construir capital económico. Además, ocupará proyección en todo el estado y una presidencia municipal como la de Zitácuaro no alcanza para promocionar su figura por el territorio estatal, a diferencia de Morelia, capital del estado y caja de resonancia de toda la geografía. Al menos que su amigo el gobernador lo convierta en coordinador de los alcaldes en el estado o se invente una figura jurídica o de gabinete con ese propósito.
De lo contario deberá “sacrificarse” así mismo y a su hermano, dejándolo como presidente municipal sustituto, pasando Juan de Dios de ocupar la oficina alterna de la presidencia, para convertirse en titular. Así Toño estaría en condiciones de ser Secretario de Estado en Michoacán o Director en alguna Secretaría del Gabinete presidencial de Claudia Sheinbaum y realizar trabajo intenso de promoción por la entidad, para estar en condiciones de disputar con Raúl Morón la candidatura de Morena al gobierno del estado.
Pues él, Ixtláhuac Orihuela, es uno de los pocos perfiles electoralmente competitivos que el gobernador Ramírez Bedolla tiene. Los otros son Carlos Torres Piña y Elías Ibarra Torres.
LOS ACIERTOS DE RAMIREZ BEDOLLA
Tanto nos han acostumbrado a los errores y deficiencias en el servicio público, que vale la pena reconocer los aciertos cuando estos se hacen presentes; como son las decisiones acuciosas que el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla ha puesto en práctica en los últimos días.
La más importante, ha sido la destitución del General José Alfredo Ortega Reyes, como Secretario de Seguridad Pública de Michoacán. Acción que se percibía imposible de ejecutar, por el poder autoritario que se le ha otorgado a la SEDENA en el presente mandato presidencial, directamente proporcional a la degradación de los altos jerarcas del ejército mexicano, que han sido invadidos por la avaricia y ambición descontrolada por la acumulación de riqueza financiera, sacrificando el valor, honor y lealtad a la patria.
Esa demostración de poderío de la SEDENA, se ejerce en diversas áreas de la administración pública federal y en todas las entidades federativas, y Michoacán no es la excepción, pues la milicia envió a nuestro estado al General Ortega Reyes, neófito en materia policiaca, pero experto en obedecer órdenes de sus jerarcas castrenses, siguiendo la línea de repartir abrazos a los criminales que masacran a la población. Lo que seguramente no es gratuito: voltear la mirada hacia otro lado y poner las tropas a la orden de los infractores en determinadas regiones del estado.
El poder y control del General Ortega en Michoacán también fue total, percibiéndose por encima del mandato constitucional y la voluntad popular depositados en Alfredo Ramírez Bedolla, a quien se observaba que el General ignoraba o no obedecía, teniendo sometida y a su servicio a toda la SSP e infiltradas diversas áreas del gabinete del ejecutivo estatal, particularmente ciertos espacios de la Secretaría de Gobierno, pareciendo inamovible. Pero él ya se fue, gracias a la presión de elementos de la Guardia Civil. Sin embargo, la estructura operativa que mantiene en la Secretaría y diseminada en todas las regiones y cuarteles del estado, permanece intacta y activa, con las mismas prácticas perniciosas.
Igual el General puede estar en su mansión en Tres Marías, descansando y disfrutando los placeres que le proporcionan los impuestos de los contribuyentes y la operación de sus subordinados en la SSP, mientras su equipo sigue trabajando en perjuicio de lo michoacanos. Así que no habrá cambio, despido, ni dimisión, si no se sanea de manera profunda a la institución.
Otro acierto del gobernador, es la destitución del titular de la Cofom, Rosendo Caro Gómez. Exigencia del STASPE (Sindicato de Trabajadores al Servicio del Poder Ejecutivo), por tolerar el funcionario deficiencias en la Comisión Forestal de Michoacán por parte de algunos subordinados, que pusieron en riesgo los trabajos de reforestación durante la presente temporada de lluvias. Además de ser acusado de encubrir maltrato al personal sindicalizado.
Al ceder en este caso con el STASPE, la organización sindical seguramente disminuirá la presión en contra de Ignacio Mendoza Jiménez, Coordinador del Sistema Penitenciario del Estado de Michoacán, acusado de lo mismo: tolerar deficiencias en los trabajadores de confianza a su servicio y excesivo maltrato de directivos a personal sindicalizado, como sucedió y sigue sucediendo en Zitácuaro.
Con la salvedad de que Mendoza Jiménez “se cocina a parte”, pues se trata de uno de los principales operadores y proveedores financieros. Tanto es su poder, que se especulaba sería el titular de la Secretaría de Seguridad Pública, ante la destitución del General Ortega. Así que el gobernador puede sacrificar a cualquiera, menos a “Nacho Mendoza”. Y al STASPE, ya les cumplió el capricho de “alzarse con una victoria”, salirse con la suya, en el caso de la Cofom.
El tercer acierto, a medias, es la incorporación de Carlos Torres Piña como Secretario de Gobierno. Poque eso habla bien del gobernador, de su lealtad a los aliados, particularmente en tiempos de confusión de valores, donde abundan la simulación, deshonestidad y traiciones. Siendo la palabra lo que menos se honra. Lo negativo, es que Elías Ibarra ya estaba encaminado en la Secretaría, realizando un buen desempeño, gracias a su carácter conciliador y humanista.