Salvador Hurtado
La ultima bala, Ahumada e incontable terror
Michoacán, estado de paisajes espectaculares, extensa agricultura, grandes personalidades en el mundo de la poesía, la música, la ciencia y las letras, la actuación, muchas otras disciplinas, amén de abundancia de recursos naturales, pero con malísima suerte por la simple y sencilla razón de que ha sido hospedera desde hace décadas de traficantes de tóxicos y células del crimen organizado que no han podido o querido combatir en serio gobiernos desorganizados de la entidad y de la federación, aprovechándolo los carteles con varias tesis para justificar los destrozos a sus rivales y a la población civil.
El estado de Michoacán, ubicado en el occidente de México y morada del reconocido Festival Internacional de Cine de Morelia, la reserva de mariposa Monarca, líder en producción y exportación agrícola, también es uno de los mayores productores y exportadores de estupefacientes al vecino Estados Unidos.
El estado también es conocido como el lugar de nacimiento de la guerra mexicana contra el narcotráfico — la empezó el 10 de diciembre de 2006 el ex presidente que tanto quedó a deber a su estado natal, Felipe Calderón— y posiblemente se ha convertido en un ejemplo internacional de fracaso político, ya que las drogas continúan circulando en el país y hacia a Estados Unidos.
Michoacán es un estado clave para entender el tráfico de estupefacientes en México. Juega un rol importante, ya que en el municipio de Lázaro Cárdenas se encuentra el puerto más importante de México, utilizado según la prensa de cobertura nacional e internacional, como punto estratégico de tránsito para el tráfico de alcaloides.
Como resultado de la violencia relacionada a las drogas, Michoacán dio motivo para convertirse hace alrededor de una década en una plataforma líder para el movimiento moderno de la milicia civil, conocido localmente como autodefensas. Estos grupos se sublevaron contra los cárteles establecidos en el estado y en algún momento, fueron acusados de comportarse como una banda más del crimen organizado.
Para ayudar a que los lectores entiendan la violencia y algunos de sus efectos de cómo ha sido en Michoacán, el periodista investigador Sergio Cortes Eslava en su libro “La última bala”, menciona algunos de los eventos más trascendentes que han marcado al estado desde la aparición y combate contra el narcotráfico. Además, destaca en su compendio a algunos de los personajes clave en la lucha por el poder entre el crimen organizado, la corrupción, la indiferencia o incapacidad de ciertas autoridades, aparece sobre la dadiva innegable a un candidato a gobernador, sobre la existencia de células guerrilleras en la entidad, redes de prostitución infantil entre otras cosas atrayentes que han sido ignoradas por la mayor parte de la población, incluyendo ciertas ejecuciones a ediles, a mandos policiacos, a periodistas, los granadazos en el centro de la capital del estado aquel fatídico 15 de septiembre de 2008 y más tribulaciones ocurridas en importantes regiones de nuestra entidad.
Sobre Carlos Ahumada Kurts, en el libro “La Ultima bala” aparece un capitulo que se titula “Ahumada, silencio en Michoacán” en el cual surgen ciertas revelaciones del citado personaje y que aparecen a la vez en el libro “Derecho de réplica”, escrito por el propio Ahumada. En él hace alusión sobre su apoyo y contribución a favor de la campaña de Lázaro Cárdenas Batel para que este obtuviera la gubernatura, haciendo relatos que en su momento, ningún medio se atrevió a publicar, mucho menos cuestionar al propio Cárdenas Batel quien por cierto antes de que se descubriera la dadiva, negó conocer a Carlos Ahumada.
Narra también el libro de Sergio Cortes que uno de los que no guardo silencio, sobre el amasiato del empresario Argentino y el candidato Cárdenas Batel, fue el ex presidente del PRI en la entidad, Jaime Rodríguez López, el cual públicamente expreso que “era un secreto a voces el que Carlos Ahumada cubrió parte de la campaña a favor del nieto del general Cárdenas y este en reciprocidad le otorgó obras que a la postre no se realizaron, pero si se pagaron”; aparecen más detalles de lo aseverado por Jaime Rodríguez sobre los dispendios de esa relación tan criticada en los círculos políticos del estado y del país en el libro.
Otro periodista e investigador, Francisco Castellanos, corresponsal de la revista Proceso, ha publicado en algunos medios sobre la historia que habla de que en Michoacán, desde los años 40 ya existía un tráfico de drogas como la heroína que se procesaba a partir de la amapola sembrada en zonas altas del estado y que eran enviadas a laboratorios médicos de Estados Unidos, en coordinación o con acuerdo con autoridades federales (Ejército Mexicano).
Dado lo propicio del terreno y el clima michoacano, la producción de mariguana y su exportación a Norteamérica empezó en la década 50-60.
Para las siguientes dos décadas (70-80 y 90-2000), el estado se convirtió en lugar clave para el narcotráfico por la actividad del puerto de Lázaro Cárdenas, punto estratégico para el crimen organizado, ya que no solo sirve para recargar combustible sino también para el trasiego de droga en general que va principalmente al país del norte y dejar parte de la misma, sobre todo cocaína, para consumidores del país.
Si alguien ha visto la película “Noche de Fuego” que supuestamente trata sobre el terror por parte de los carteles en el estado de Guerrero, y que fue aplaudida durante 10 minutos en el festival de Cannes, escogida e inclusive con grandes posibilidades de ganar alguna estatuilla en la próxima entrega de los Oscares; no es nada!, es decir… aparente ficción comparándola con la realidad que viven algunos municipios de Michoacán.