¿Quién cuida el patrimonio de Pátzcuaro? El nuevo Mercado y la omisión del INAH

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Marco Aguilar

A unos pasos del corazón histórico de Pátzcuaro se erige un nuevo edificio que, lejos de dialogar con el legado arquitectónico de la ciudad, lo vulnera. Se trata del nuevo mercado municipal, un proyecto que ha sido objeto de numerosas críticas ciudadanas por alterar el paisaje urbano, violar normas patrimoniales e intervenir espacios históricos sin el debido respeto al marco legal.

El nuevo mercado no es sólo un edificio más. Está ubicado dentro del polígono de monumentos históricos protegidos por el decreto de 1990. Cada intervención en esta zona debería seguir estrictos lineamientos dictados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Sin embargo, lo que vemos hoy levanta serias dudas sobre la actuación y supervisión del Centro INAH Michoacán.

Desde la eliminación del guardapolvo rojo óxido –color históricamente exigido en las fachadas del Centro Histórico– hasta la omisión del uso de teja en las cubiertas, el proyecto presenta un lenguaje ajeno al contexto patrimonial. ¿Desde cuándo dejó de ser obligatorio respetar estos elementos? ¿Ha cambiado el INAH sus criterios sin comunicarlo a la ciudadanía?

Peor aún, el nuevo mercado invade la vía pública y altera la traza urbana histórica. Calles como Tanganxuan, Libertad y el propio Volador han sido parcial o totalmente ocupadas por el edificio y rampas. También se intervino directamente la Plaza del Volador, donde se instalaron puentes metálicos desproporcionados. Todo ello, a pesar de que los propios permisos del INAH prohibían salirse del perímetro autorizado.

Estas acciones no sólo infringen el Decreto de Zona de Monumentos. También vulneran la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, la Ley General de Bienes Nacionales y los principios establecidos por la Convención del Patrimonio Mundial de la UNESCO. ¿Cómo se permitió semejante intervención? ¿Dónde estuvo la supervisión? ¿Quién autorizó los cambios?

Más allá de los elementos formales, la omisión institucional es alarmante. El INAH parece haber reducido su función a una revisión estética superficial, desentendiéndose del uso real de los espacios y su relación con el entorno histórico. Esta postura no sólo es limitada: es contraria a los principios integrales de conservación patrimonial.

Ante esta situación, he presentado formalmente una solicitud al Centro INAH Michoacán para que realice una inspección técnica in situ y emita un pronunciamiento oficial sobre la legalidad, vigencia normativa y criterios de intervención aplicados en este proyecto. Como ciudadanos, no sólo tenemos el derecho de exigir respuestas: tenemos el deber de defender la memoria, la historia y el orden urbano de nuestra ciudad.

Pátzcuaro no necesita simulaciones arquitectónicas ni monumentos al olvido institucional. Necesita rigor, respeto por su historia y compromiso con las generaciones futuras.

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