J. Salatiel Arroyo
Mal andamos los mexicanos, desde el momento en que endiosamos a nuestros empleados,
glorificamos a quién engaña y convertimos en héroes a los que saquean. A pesar de que, desde la
segunda guerra mundial un hombre de estado, escritor, militar y Primer Ministro del Reino Unido
(Winston Churchill), afirmaba que: “La popularidad de un líder político es directamente proporcional al nivel de estupidez del electorado…” y en la actualidad, después de casi un siglo de “evolución”, es lo que más abunda. Por lo que, bajo esas circunstancias de enajenación, fanatismo y manipulación, jamás se lograrán los cambios o “transformaciones” positivas, progresistas, que el país necesita.
Durante más de dos décadas quien hoy tiene en sus manos las riendas del país nos incitaba al
liberalismo, en pensamiento y acción, convirtiéndonos en ciudadanos inflexibles con los gobiernos,
escudriñadores y críticos con los regímenes corruptos. Pero hoy, bajo su mandato, quién intenta
realizar observaciones a los excesos y omisiones, o se atreve a disentir, por decreto presidencial se
convierte en “conservador” y enemigo de la “Cuarta Trasformación” (instaurada para estar igual o
peor que antes).
Miren ustedes, una de las principales defensas de los seguidores de AMLO, además de acusar a los
corruptos del pasado (a los que su líder protege), es que ahora sí se ayuda a los pobres. Lo que
ignoran es el costo de ese apoyo. Por ejemplo, difunden que: Por la crisis del 94-95, Zedillo
convirtió en deuda privada de unos cuantos en deuda pública, mediante el fraude del FOBAPROA;
que, por la crisis del 2008, el borracho de Calderón subió el IVA del 15 al 16 %, implementó los
gasolinazos y endeudó al país en el extranjero. En cambio, por la crisis del Covid-19, AMLO
aumentó el salario, no endeudó al país, apoyó a los más pobres y no le regaló dinero del pueblo a
las grandes empresas.
Lo cual, de ser cierto, estaría excelente, que los servidores públicos cumplan con su deber. Lo
perverso, es que mientan, que en el discurso digan una cosa y en los hechos hagan lo contrario.
Por ejemplo, durante 2021 el gobierno federal utilizó de manera irregular 64 mil 835 millones de
pesos, de acuerdo a información de la Auditoria Superior de la Federación. No se trata de datos
proporcionados por los “conservadores”, sino de investigaciones de un órgano oficial, del propio
gobierno. Mismo que indica que de esa cantidad utilizada de manera “irregular”, sólo se han
podido recuperar alrededor de tres mil millones de pesos, lo que representa el 5%.
Es precisamente en la construcción del Tren Maya donde el órgano fiscalizador del gobierno
detectó anomalías por 1400 millones de pesos, por pagos de más a proveedores (cómo se hacía en
los gobiernos del PRI) y obras que no se realizaron. También causaron daño al erario los
funcionarios de Diconsa (aparte de Segalmex), por más de mil 400 millones de pesos,
detectándose suplementos alimenticios caducados.
Mientras que las Secretarías de Estado que no han aclarado sus irregularidades, son las de
Agricultura, Turismo, Trabajo y la de Bienestar, que maneja los programas sociales, como la
pensión a los adultos mayores y las becas Benito Juárez. Pero, según la ASF, la entidad que más
observaciones tiene, es Michoacán, con 13 mil 737 millones de pesos no aclarados. Eso no significa
que se los hayan robado, distraído o desviado a cuentas o bolsillos personales… no, nada de eso.
Sólo no ha sido justificada su aplicación, ni se ha demostrado donde está el dinero.
Lo cierto, es que la 4T todavía no cumple dos años al frente del gobierno de Michoacán y ya
arrastra inconsistencias financieras… sí, ya sé que Silvano robó más, pero ni siquiera el presidente
lo apercibió, ahora que goleó y exhibió de corruptos a los personajes que convocaron a la marcha
de la CDMX. Nada más se refirió a él como el ex gobernador de Michoacán, y hasta ahí. Igual ya se
anda “purificando” el ex alcalde de Zitácuaro.
Pero el presidente reprocha de tal manera las corrupciones de antes, como si los ciudadanos
tuviesen la culpa de los saqueos de esos gobiernos, como si se hubiera estado de acuerdo con los
robos de los gobiernos (pasados y presentes), o como si se tratara de justificar, “curarse en salud”.
Lo cierto, es que la inmensa mayoría de mexicanos de entonces criticaron y condenaron los abusos
de los gobiernos del PRI y del PAN, de los que incluso algunos que hoy siguen en el poder
formaron parte. Fue tan grande la repulsión social, que gracias a ella se continuó con la alternancia
en el poder y hoy la 4T es la principal beneficiada.
Hartos de las corruptelas del PRI, decepcionados de los ineptos del PAN, desesperados porque el
cambio no llegaba, irritados por las burlas de las que era objeto el electorado, los mexicanos se
volcaron a las urnas, en busca de la instauración del cambio anhelado, con la elección de un
gobierno que combatiera la corrupción, obligara a los criminales a “cambiar las armas por
tractores” e impusiera la paz, el desarrollo y bienestar en todos los hogares de la patria, a través
del establecimiento del estado de derecho y la gobernabilidad, que se habían roto o se
encontraban ausentes.
Pronto algunos, más tarde otros (la mayoría jamás lo hará), descubrieron que casi todos los
políticos son lo mismo, tienen el mismo origen… y efectivamente no son iguales, pues cada día
resultan peores, más ineptos, perversos, mentirosos, cínicos y traidores.
Revise en retrospectiva, en el ámbito federal, estatal y municipal, vea quiénes son los que
participan y mueven la política de 30 años a la fecha, se dará cuenta que son los mismos, si acaso
habrá uno o dos “colados” que son utilizados para despistar: “sangre nueva para oxigenar al
partido”, que nada más cambia de siglas, color y lema, pero los dueños son los mismos (y no me
refiero a la militancia, sino a los verdaderos propietarios, que manejan las prerrogativas y toman
las decisiones), los personajes que no aparecen, es porque ya se murieron o bien, por la edad o
“chamuscada”, al no ser tan desvergonzados como los de ahora, ya no salen de su casa.
Lo que nos debe quedar claro, es que todo es un circulo de corrupción, repito: son los mismos,
antes estuvieron en el PRI, en el PAN y en el PRD, ahora en Morena y en el poder, al final son
compadres y no pasa nada, el objetivo común los une: “que los pongan donde hay, y si es ajeno,
mejor”.
Los que gobernaron en el pasado o sirvieron como funcionarios en los gobiernos corruptos del PRI,
del PAN y PRD, son los que siguen estando en el poder y los que han envejecido o se encuentran
en exceso exhibidos, incorporaron a sus hijos. Pero, quien se atreva a manifestar su desacuerdo
con ellos, por decreto presidencial se convierte en defensor de García Luna, cuando son
precisamente ellos los beneficiarios del sentenciado en Nueva York, que ahora utilizan ese
escándalo para generar distractores (como siempre lo hacen), para no explicar la falta de
resultados y estrategias para combatir al crimen organizado.
Y revisen en Michoacán quienes se encuentran como titulares en las secretarías de estado, si no
son perredistas, son hijos biológicos y hasta putativos de los dueños del PRI… Ha, pero los malos
son los que hacen esas observaciones.
A mis lectores los invito a que no me crean, pero por favor observen, investiguen, reúnan
elementos de prueba, analicen y tomen la decisión que consideren más acertada, pero informada
y razonada, pues la vía electoral es la única que nos queda para cambiar o transformar la situación
del país de manera inteligente y pacífica.
Antes, debemos aceptar que no existe oposición real o confiable, el gobierno la ha sometido o
desprestigiado. Por eso es la sociedad civil la que se organiza para defenderse del gobierno y sus
secuaces en el crimen organizado, pero la misma sociedad está siendo atacada y calumniada. Por
ese gobierno que antaño, cuando era oposición, incitaba a la organización y movilización popular
para defender las libertades, que ahora han sido canceladas y degradados los contrapesos
generadores de equilibrios, para dar paso al absolutismo fascista… y todos felices…